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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando camorra

Le dice un tipo a otro: “Anoche fui a un restorán de lujo, y disfruté de una cena ovípara”. “Querrás decir ‘opípara’ -lo corrige el otro. ‘Ovípara’ viene de huevo”. “-Precisamente -replica el tipo-. La cena me costó uno”... Llegó el señor de un viaje cuando aún no se le esperaba. Le dice a su mujer: “Supe que mi compadre Pitoncio estaba enfermo. ¿Cómo se encuentra?”. El pequeño hijo del matrimonio -¡inocente criatura!- se adelantó a contestar: “Se encuentra muy fácilmente, papi –le dice-. Nada más abre el clóset de la recámara”... Aquel mago tenía una hermana. Cierto día intentó con ella el truco de partir a una persona con un serrucho. Ahora tiene dos medias hermanas... Un mexicano llegó al cruce de la frontera con Estados Unidos, donde hay que presentar la llamada “mica”, documento migratorio. Le pregunta el agente fronterizo: “¿Y su mica?”. Responde el individuo: “Se quedó en la casa cuidando a los niños”... Le dice una muchacha a su vecina: “Te invito al bautizo de mi nene”. “Gracias -responde ella-. ¿Cómo le vas a poner?”. Responde la joven madre: “Roberto Adolfo Gustavo Enrique Pedro Luis”. “¿Por qué tantos nombres?” -se asombra la otra. “-Tengo seis compañeros de oficina -responde la muchacha-. Cualquiera puede ser el papá”... Muy nerviosa le dice Luisa Lane a Superman: “No, no sé por qué está aquí esa capa de Batman. Seguramente se equivocaron en la tintorería”... Le cuenta un individuo a otro: “Cada fin de semana llevo a mi esposa al bosque”. “¿Le gusta mucho?” -inquiere el otro. “Supongo que no -responde el individuo-, porque siempre halla el camino de regreso, y para el martes ya la tengo otra vez en la casa”... El verdugo estaba hablando por teléfono. Dice de pronto: “Después te llamo. Ahora tengo que colgar”... En México la protección del ambiente es muchas veces un ejercicio oral. Quiero decir que hablamos de ella, pero no la practicamos. Han desaparecido hermosos lagos y lagunas que en el mapa de la República se veían como puntos azules, con el color del cielo. Hemos envenenado nuestros ríos; sus cauces son ahora basureros, depósitos de toda suerte de sustancias tóxicas que acabaron con la vida en sus corrientes. Pesa más el interés de los mercaderes del dinero que la voluntad de Dios, cuya bondad llenó de hermosuras nuestra tierra para que las gozáramos y las gozaran nuestros hijos y los hijos de ellos. Les dejaremos como herencia un páramo, dicho sea con todo respeto para Pedro. La sociedad civil protesta por esos crímenes contra la Naturaleza, pero su voz no encuentra eco: más aliados tienen quienes ponen suciedad en el aire, en el agua y en la tierra que aquéllos que quieren salvar la herencia de los que vendrán a la vida después de nosotros, y no hallarán ya mucha.... (Caón, esta última frase me provocó un espasmo convulsivo. Eché espuma por tres de los nueve orificios naturales. En el futuro procuraré ser menos drástico, porque no es de buena educación eso de echar espuma)... Reprendía el marido a su mujer: “Si supieras manejar podríamos prescindir del chofer”. “Sí -replica ella-. Y también si tú supieras follar”... El predicador llegado de Alemania le dice en la cama a la robusta campesina que mostraba algunos escrúpulos finales: “Tu marido te dio permiso de tener un pastor alemán. Esto no es sino una interpretación de esa licencia”... FIN.

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