Sonó el teléfono en la funeraria y levantó la bocina la encargada. Le pregunta una voz de hombre: "¿Usted es la de las pompas fúnebres?". "Sí" -responde la mujer. Pregunta otra vez el que llamaba: "¿No quiere que vaya a alegrárselas?"... Babalucas era granjero, y tenía una mula. Cada vez que la metía en el establo las grandes orejas del animal rozaban en el dintel de la puerta, y con eso la mula se agitaba y daba coces. A fin de resolver el problema Babalucas se puso a serruchar trabajosamente las tablas de arriba de la puerta. Pasa un vecino y le dice: "¿Para qué te metes en tantos líos? Simplemente quita un poco de tierra en la parte de abajo de la puerta, y así la mula podrá pasar sin pegarse". Replica Babalucas con enojo: "No seas indejo. Lo que tiene grandes son las orejas, no las patas"... Un amigo de don Cornulio le dice: "Anoche pasé por tu casa a las 11 de la noche, y aunque la luz de tu recámara estaba apagada te vi haciendo cosas en la cama con tu esposa. Deberías tener más cuidado, poner cortinas, o algo". Responde don Cornulio: "El que debe tener más cuidado con lo que dice eres tú. A las 11 de la noche yo ni siquiera estaba en mi casa"... Ovonio Grandbolier, el hombre más flojo del condado, recibió una oferta de trabajo. "¿Cuál es el sueldo?" -pregunta antes que otra cosa. Le informa el empleador: "El sueldo es según aptitudes". "¡Uh no! -rechaza Ovonio-. ¡Con eso no me alcanza ni pa' comer!"... Pitorro fue a una mancebía, casa de lenocinio, prostíbulo, manfla, ramería o lupanar. Le dice a la madamas, que estaba acompañada por su asistenta, una horrible mujer tuerta, pilosa, destentada y con lobanillo en la nariz. Solicita Pitorro: "Quiero una muchacha". "Endriaga -le ordena la madama a la anfisbena-. Dile a Frinesia que se prepare". Luego, volviéndose hacia el cliente, le dice "Son mil pesos". Responde Pitoncio: "No traigo tanto dinero". Se vuelve la mujer hacia la tal Endriaga y le ordena: "Entonces dile a Hurina que se prepare". Y dice al visitante: "Son 500 pesos". Contesta Pitoncio: "No me alcanza para pagar eso". Se vuelve la madama hacia su horrible ayudante y le pide: "Entonces dile a Angicia que se prepare". Y le dice a Pitoncio: "Son 250 pesos". "Tampoco completo esa cantidad" -responde él. Pregunta la mujer con impaciencia-. ¿Pues cuánto dinero trae usted?". Responde Pitoncio: "75 pesos". Se vuelve la madama hacia su espantosa asistenta y le dice: "Endriaga: prepárate"... Me hicieron sonreír un poco -no mucho- las "supermultas" impuestas por la Secretaría de la Función Pública a los implicados en el llamado Pemexgate. Tales multas, que la propia autoridad que las impone sabe que no podrá cobrar, me recuerdan a aquellas condenas a 10 mil años de cárcel, o algo así, que en algunas legislaciones se imponen por acumulación de delitos a los malhechores. Todo en México está hoy por hoy contaminado de política, y es difícil saber si esa moción de la tal Secretaría se hace en cumplimiento de sus atribuciones o si es simplemente un movimiento político tendiente a mejorar imágenes. Lo cierto es que la República ha sido convertida por los políticos en una barandilla para dirimir sus pleitos, y en ese proceloso mar de indignidades naufraga el bien de la Nación. (Voy a guardar la última frase: "En ese proceloso mar de indignidades naufraga el interés de la Nación", para usarla cuando se ofrezca en un discurso)... Hubo un terrible incendio en el hotel donde se alojaban Bustolia y Nalgarina, vedettes de mucha moda. Ellas alcanzaron a salir del edificio en llamas, y un entrevistador les peguntó en la calle: "¿Cuál es su impresión de la tragedia?". Contestan ellas: "Estamos sobrecogidas". "Sí -replica el entrevistador-. Pero ¿cuál es su impresión de la tragedia?"... FIN.