Falta poco para que haga su aparición en este espacio el matrimonio Hit. Personas habrá -las de conciencia estricta- a quienes no agradará la presencia aquí de ese matrimonio. Una de esas personas será el señor Calvínez, pastor de cierta iglesia que prohíbe el baile, pues piensa que bailar es preludio seguro de la fornicación. Hace tres días el reverendo consiguió que miss Zealotry, directora del coro de la iglesia, accediera por fin a sus instancias amorosas. De pie, recargados en el piano, estaban entregados los dos a eso que Anthony Burgess llamó en A clockwork orange the old in and out. De pronto el señor Calvínez interrumpió el fuego y le dijo a miss Zealotry con preocupación: "Hermana: hagámoslo acostados en el piso, no sea que llegue alguien y vaya a pensar -¡Dios no lo quiera!- que estamos bailando". Esperen mis cuatro lectores, pues, a conocer esta misma semana al matrimonio Hit... Había sonado ya la medianoche en el reloj de la sala, y el novio de Dulcilí no se iba. Don Poseidón, severo genitor de la muchacha, le dice al importuno: "Joven: quiero hacer de su conocimiento que en esta casa la luz se apaga a las 11 de la noche". "Apáguela con toda confianza, señor -responde el galancete-, que al cabo no vamos a estar leyendo"... Davy Helzel, estrella del rock pesado, era judío. Le encargó a un sastre que le hiciera un pantalón de cuero bien ceñido para usarlo en una de sus actuaciones. Cuando se probó el pantalón no le pareció lo suficientemente ajustado. "Haga que me apriete más -le pide al sastre-. Quiero que se me vea mi sexo". "Mister Helzel -responde el sastre-. Si se lo hago más apretado se le va a ver hasta su religión". (No le entendí)... Uno de los más sabios dichos que conozco es aquel que aconseja el justo medio: "Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre". En lenguaje culterano tal ideal de equilibrio se expresa con esa locución latina, aurea mediocritas, que en modo alguno significa "dorada mediocridad", o "dorada medianía", como algunos traducen con desmaño, sino dorado punto medio, o sea rechazo de los extremos perniciosos. Extremo, por ejemplo, era la sacralización de la figura presidencial en tiempos del priismo, y extremo es hoy por hoy el demérito a que ha llegado esa figura con el presidente Fox. Jamás la investidura del que antes se llamaba Primer Magistrado había llegado a niveles tan deplorables como ahora. No queremos volver a aquella época en que don Adolfo Ruiz Cortines se ponía el sombrero junto al pecho para evitar que alguien se le acercara demasiado o -peor aún- pretendiera darle un abrazo. Pero tampoco nos gusta que el Presidente mexicano se vea forzado a ir a un programa de radio en Estados Unidos para sentarse en el banquillo de los acusados, donde se le pide cantar la palinodia. ¡Y todavía hay quienes dicen que con Fox no ha habido cambios! ¿No ven éste? ¡En menos de seis años la máxima magistratura la hizo mínima!.. La esposa de Babalucas le pidió que comprara un veneno para las cucarachas. El tonto roque fue a la tlapalería y trajo una botella. "Oye -le indica su mujer-. Aquí dice que este veneno es para ratas". Contesta Babalucas: "Nada más quítale la etiqueta al frasco, para que las cucarachas no la lean"... Viene ahora un cuento desaconsejable a la luz de la moral... Terminó la noche de bodas. En ella, aparte de la premiére, hubo dos funciones más. Agotado el deliquio los desposados se entregaron al sueño. A eso de las 11 de la mañana del siguiente día el fatigado novio despertó al oír que su flamante mujercita lloraba quedamente. Le preguntó lleno de alarma: "¿Qué te sucede, cielo mío? ¿Por qué lloras así?". "¡Mira! -responde ella señalando con infinita tristeza la entrepierna del muchacho-. ¡Anoche nos la acabamos toda!"... FIN.