Un majadero individuo le comentó en una fiesta a don Minicio, señor corto y retraído: "A mí me gustan las mujeres con muchas pompas". Replica quedamente don Minicio: "Yo me conformo con que tengan dos"... El médico le informa a Capronio: "Tiene usted tuberculosis. Y contagió a su suegra". Suspira Capronio: "Bueno, dentro de lo malo..."... Babalucas invitó a cenar a una amiga, y en el restorán comenzó a importunarla con necias solicitaciones amorosas. Ella se indigna: "¡No te creí capaz de esto, Babalucas! ¡Pídeme un coche!". Exclama muy animado el tonto roque: "Si te lo pido ¿de veras me lo das?"... Le indica el oftalmólogo a la hermosa y curvilínea pelirroja: "Ya puede vestirse usted, señorita Bustonier. Ahora voy a examinarle sus ojos. Quizás ahí esté la causa de esas manchitas negras que últimamente ha estado viendo"... En el bar un tipo se dirige a una mujer y le dice sin más: "¿Vamos?". "Vamos -responde ella tomando su bolsa para salir-. Me has convencido con esa labia que tienes"... En cierto país de Europa un diplomático extranjero fue invitado a depositar una ofrenda en la tumba del Soldado Desconocido. Cuando el visitante llegó al monumento se sorprendió al ver en él esta inscripción: "Aquí yace Jerszy Parnes, sastre". "Oiga -le dice el diplomático a su guía-. Se supone que ésta es la tumba del Soldado Desconocido. ¿Por qué entonces tiene en la lápida ese nombre?". "Bueno -explica el individuo-. Como soldado Jerszy fue totalmente desconocido, pero como sastre todos lo conocimos bien"... El rencor tiene buena memoria, en tanto que la gratitud es bastante olvidadiza. No sé si esa frase sea digna de ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero, pero sí sé que contiene una verdad palmaria. En efecto, jamás nos acordamos de agradecer el bien que recibimos. Decía un hombre: "Dios no me ha dado lo que merezco. ¡Vieran cómo se lo agradezco cada día!". ¿Quién de nosotros, por ejemplo, se acuerda de agradecer a su Alma Mater -a su escuela, colegio o universidad- haberle dado su formación para la vida? Afortunadamente hay quienes no cometen ese error de olvido. En la Universidad Autónoma de Nuevo León, una de las más prestigiadas instituciones de educación superior en el País, se ha formado una Red de Benefactores a través de la cual los ex alumnos de la UANL, y todas las personas que conocen la obra de la Universidad nuevoleonés, le dan con generosidad su apoyo. Desde hace muchos años he estado cerca de esa ejemplar casa de estudios. Tuve el honor de profesar cátedra en su Aula Magna, y de la UANL recibí la más alta distinción académica a que puede aspirar un universitario: el doctorado Honoris Causa. Le pediré al señor Rector, ingeniero José Antonio González Treviño, que tan excelente gestión rectoral está llevando a cabo, que me haga el honor de pescarme en esa Red, de modo de poder expresar mi gratitud a una Institución a la que tanto quiero. Aspiro a merecer la tarjeta Azul y Oro -colores emblemáticos de la UANL-, pues eso me daría derecho a un descuento en los boletos para los conciertos de la Sinfónica de la Universidad, orquesta de calidad extraordinaria. Sólo con eso el benefactor se convierte en beneficiado... ¡Mañana! ¡Sí, mañana presentaré aquí al matrimonio Hit! ¡Por ningún motivo dejen mis cuatro lectores de conocer a esa pareja! ¡Ya nunca jamás la olvidarán!... Don Poseidón, papá de Dulcilí, sorprendió a su hija en actitud yacente con su novio. El severo genitor se dirige al muchacho y le dice con voz tonante: "¿Cómo es que te encuentro así con mi hija, descastado? ¡Respóndeme de inmediato! ¡¿Cómo es eso?!". Responde con timidez el galancete: "Es maravilloso, señor"... FIN.