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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

La señora se queja con su esposo, viajante de comercio: "Cada vez que sales de viaje me preocupo mucho". "¿Por qué? -le dice él para tranquilizarla-. Ya sabes que en cualquier momento puedo regresar". "Eso es precisamente lo que me preocupa" -responde la señora... Una mujer presentó demanda de divorcio contra su marido. El juez de lo familiar le tomó sus datos. "¿Qué edad tiene?" -le pregunta. "Treinta y cinco años" -responde ella. El juzgador, suspicaz, le pidió que le mostrara su acta de nacimiento. La revisa y dice luego con severidad a la mujer: "Señora, aquí consta que tiene usted 50 años de vida". Replica ella con enojo: "A los últimos 15 años que pasé con el desgraciado de mi marido ¿los llama usted vida?"... Don Cárcamo, señor ya casi octogenario, enviudó. Dejó pasar los nueve días de obligado luto y sin más dilación fue a una agencia de esas que arreglan matrimonios por computadora, y pidió que le buscaran una mujer para casarse con ella, pues -citó las palabras evangélicas- no es bueno que el hombre esté solo. "¿Qué tipo de mujer le gustaría?" -le pregunta la encargada disponiéndose a registrar los datos en su ordenador. Responde el señor Cárcamo: "Quiero que sea joven, bonita, de buen cuerpo, simpática, inteligente y rica". Le dice la muchacha: "Caray, señor, me temo que será difícil cubrir esas expectativas. Usted es hombre de avanzada edad; no tiene más recursos que su reducida pensión del Seguro. El coche que trae es un Opel 54; vive en una casa de interés social que ni siquiera es suya. Además, perdone la franqueza, no es usted un Robert Redford. Y sin embargo pretende usted casarse con una chica joven, guapa y rica. Una mujer así tendría que estar loca para casarse con usted". Replica el señor Cárcamo: "No importa que esté loca, con tal que reúna las otras cualidades"... Don Crésido, rico señor, fue a una tabaquería y se compró un habano de mil 500 pesos. Lo encendió de inmediato para empezar a disfrutarlo ahí mismo. Aquel no era un habano, era una mala tagarnina, un envuelto infumable de pésimo tabaco. "¡Oiga! -le reclama al dueño del establecimiento-. ¡Pagué mil 500 pesos esperando gozar un buen habano, y usted me vende esto, que es peor que fumarme mi acta de defunción!". "Caballero -responde con seriedad el del estanco-. Debe usted considerarse afortunado". "¿Afortunado yo? -clama el señor-. ¿Por qué afortunado?". Contesta el individuo: "Usted nada más compró uno de esos horribles puros. Yo de indejo compré 40 cajas"... Le cuenta un charro a otro: "Este caballo es un genio. Repara". Dice el otro: "Todos los caballos reparan". Y responde el primero: "¿Televisores?"... Empédocles Etílez, ebrio consuetudinario, decidió dejar el vicio del alcohol. (Lo único peor que un hombre que bebe mucho es un hombre que no bebe nada). Fue con un siquiatra especializado en curar adicciones. El especialista empezó el tratamiento, y le pidió que cada vez que volviera a beber le reportara su recaída. Al tercer día llegó otra vez Empédocles al consultorio del siquiatra. "Doctor -le dice con tartajosa voz-. Vengo a reportarle que ayer me emborraché". "¿Ayer? -replica el analista-. Sería hoy. Viene usted perfectamente ebrio". "Sí -reconoce el temulento-. Pero esta borrachera se la reportaré mañana"... Le pregunta un amigo a otro: "¿Qué hay de nuevo?". Responde el otro con sombrío acento: "Descubrí ayer que mi mujer me engaña". Y dice el amigo: "Te pregunté qué hay de nuevo"... Casó Simpliciano, joven inocente, con Pirulina, muchacha muy fogueada. Al empezar la noche de bodas le dice Simpliciano a su desposada: "Piru: no esperes mucha experiencia de mi parte". Contesta Pirulina: "Y de la mía no esperes mucha virginidad"... FIN.

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