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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

San Juanjo de Abajo era un pueblo globero. (La expresión denostosa "pueblo globero" la acuñó un candidato a alcalde. Peroraba el político en la plazuela de su pueblo, y llegó a ella un vendedor de globos. En aquel tiempo los globos eran una muy grande novedad, tanto que la gente ni siquiera les llamaba todavía "globos": les decía "vejigas". Recordemos los sentidos versos de Margarito Ledesma: "El corazón humano de la gente / es como una vejiga que se llena: / si se le echa más aire del prudente / se va infle e infle e infle hasta que truena". Pues bien: llegó aquel vendedor; y al ver los globos la gente se fue tras él y dio la espalda al candidato, que se quedó hablando solo. Mohíno y encorajinado masculló el político: "¡Chinche pueblo globero!". Tal es el origen de esa expresión. La persona que use este breviario cultural, y diga por ejemplo en París, si está lloviendo y no consigue taxi: "¡Eso me pasa por venir a este pueblo globero!", deberá depositar 10 pesos en la cuenta 5553196370 del Forgers Bank, en Cayman Islands. Di no a la piratería). Pero regreso a mi relato. En San Juanjo se anunció cierto día la presentación "en vivo y en persona" de Frank Sinatra. Los lugareños no daban crédito a sus ojos: ¿aquel gran cantante ahí, en San Juanjo? Rápidamente se agotaron las entradas al único cine que había en el pueblo, el Monalisa. La noche de la función apareció en escena un individuo astroso. "Respetable público -anunció en tono vacilante-. Frank Sinatra no se va a presentar". Se oyó en la sala un ¡ah! de enojo y decepción. "Y no se va a presentar -siguió el sujeto con la voz quebrada- porque todo esto ha sido un fraude. Yo, señoras y señores, soy padre de una niñita, único recuerdo que me quedó de mi adorada esposa, que está ya en el Cielo. Mi pequeña enfermó; los médicos dijeron que sólo una operación podría salvarla. Soy pobre, y en mi desesperación urdí este engaño para conseguir el dinero de la operación. Ahora ustedes hagan conmigo lo que quieran: métanme a la cárcel, mátenme. Nada me importa ya. ¡Mi hijita se ha salvado!". Se hizo en la concurrencia un profundo silencio de emoción, y luego el público se puso en pie y estalló en una ovación atronadora. Todos gritaban conmovidos: "¡Dios te bendiga! ¡Te perdonamos el fraude! ¡Qué bueno que con nuestro dinero se salvó tu hijita! ¡Bravo!". El hombre agradeció aquello con grandes reverencias. Después alzó las manos para pedir silencio, y dijo con voz de anunciador: "Gracias por su bondad, amigas y amigos. Y ya que son tan comprensivos, por favor, recomiéndenme con sus amistades. ¡Mañana hay dos funciones!"... He vuelto a recordar este suceso a propósito de lo acontecido en Monterrey con el malhadado Concierto de los Tres Tenores. No sólo Pavarotti canceló su presentación a última hora, sino que el evento estuvo tan mal organizado que el público y los artistas sufrieron una infinita serie de molestias e incomodidades. Los regiomontanos, gente de mucho pundonor y dignidad, se han sentido apenados por lo que pasó en su ciudad. Pero pregunto yo urbi et orbi: ¿tuvo alguna culpa San Juanjo de que no se presentara en el pueblo Frank Sinatra? Está claro que no. El fraude lo cometió un solo individuo. Pues de lo sucedido en Monterrey no tiene la culpa la ciudad, que no es un pueblo globero, sino una comunidad moderna, laboriosa y con vocación de excelencia, cuyos muchos motivos de orgullo ni siquiera mínimamente quedan empañados por el desastre del pasado sábado. Eso sí: que no se repita la función. Y evitar eso tampoco toca a los nuevoleoneses, sino a sus autoridades, que deben poner el auténtico bien de su comunidad, su verdadero interés y su buen nombre, por encima de todo afán de lucimiento... FIN.

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