Llegó don Astasio a su casa y encontró a su esposa Facilisa tendida sobre el lecho sin más ropa que un moño de crepé en el chongo. Eso no era lo peor: lo peor es que sobre doña Facilisa estaba tendido un toroso mancebo en el cual don Astasio reconoció al hijo del portero. Fue don Astasio al chifonier donde guardaba una libretita con denuestos para enrostrar a su mujer en tales ocasiones, y luego volvió a la alcoba y dijo a la pecatriz: "¡Infiel!". "¡Ay, Astasio! -responde muy sentida doña Facilisa-. ¡Me llamas infiel, y no tomas en cuenta todas las veces que te he sido fiel!"... Don Geronte, dineroso señor de edad madura, tenía una amiguita. Un día le preguntó con inquietud senil: "Dime, Avidia: ¿me quieres nada más por mis millones?". "Claro que no, mi amor -replica ella melosamente-. Y a propósito: ¿cuántos tienes?"... Cosas muy raras se ven cuando la oposición se vuelve posición. El PAN, por ejemplo, ha dado en copiar los viejos ritos priistas. Santiago Creel imita ahora las tácticas de los candidatos presidenciales del otrora partido oficial. Los designados por dedazo criticaban a quien los designó a fin de mostrar independencia personal y deslindarse de él. Así, Creel quiere sacudirse el lastre de su identificación con Fox y doña Marta, copartícipe del Presidente en el ejercicio del poder, y para eso dice diferir hoy de políticas a las que dio su apoyo ayer. Los panistas deberían volver los ojos a otros precandidatos: Felipe Calderón, Francisco Barrio, Alberto Cárdenas. Con Creel ganarán, si acaso, un módico tercer lugar... Viene ahora un largo cuento de subidísimo color. Las personas que no gusten de leer largos cuentos de subidísimo color deben saltarse hasta donde dice FIN... Don Bolsón y doña Coñita decidieron alquilar una de las habitaciones de su casa a fin de ayudarse con los gastos. Una guapa muchacha leyó el anuncio que pusieron en el periódico local y fue a pedir el cuarto. Doña Coñita le mostró la habitación. Dice la chica: "Soy modelo, y trabajo todo el día. Al llegar a casa me gusta tomar un baño de tina. Pero veo que ustedes no tienen tina". "Eso no importa, linda, responde doña Coñita-. En el jardín te pondremos una, con cortinas y todo, y ahí podrás tomar tu baño cada noche". "Pero su esposo me verá" -opone la muchacha. "No, chula -promete doña Coñita-. Todas las noches se va jugar boliche con sus amigos, así que tendrás privacidad completa". En efecto, le pusieron a la muchacha su tina de baño en el jardín. La primera noche que la huésped fue a bañarse doña Coñita notó con asombro que la muchacha tenía depilado todo el cuerpo. Le preguntó a qué se debía eso. Explica la muchacha: "Ya le dije que soy modelo. A veces debo modelar tangas o bikinis, y es necesaria la depilación completa". La mañana siguiente doña Coñita le comentó a su marido aquel detalle. "No te creo" -responde don Bolsón, escéptico. Propone doña Coñita: "Hoy en la noche dejaré un poco abierta la cortina de la tina, y así sabrás que es cierto lo que te he dicho. Escóndete atrás de los arbustos para que ella no te vea". Conforme a lo acordado esa noche doña Coñita dejó un poco descorrida la cortina. Cuando la muchacha entró en la tina, Coñita le hizo señas a su esposo para que observara, y luego se levantó las faldas. Esa noche le dice doña Coñita a don Bolsón: "¿Ya ves que era cierto lo que te conté?". "En efecto -responde él algo molesto-. Con mis propios ojos lo pude comprobar. Pero dime una cosa: ¿por qué te levantaste tú las faldas?". Explica doña Coñita: "Para que vieras la diferencia. Y ¿por qué te enfadas? Me has visto al natural muchas veces". "Yo sí -replica don Bolsón-, pero mis amigos del boliche no"... FIN.
