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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Un grupo de revolucionarios llegaron sedientos y con hambre a un pequeño rancho de la sierra. Los pobladores habían huido, temerosos de aquellos hombres de armas, y no dejaron agua ni alimentos. El capitán de los rebeldes, sin embargo, vio una majada de cabras. "¡Muchachos! -llama a sus soldados-. ¡A beber de las ubres de las cabras!". Se pusieron todos a chupar golosamente la rica leche de los animalitos. Sólo un sujeto no bebía. Le pregunta el jefe: "¿No le gusta la leche de cabra, sargento Malsinado?". "Sí me gusta, mi capitán -responde el hombre-. Sólo que a mí me tocó el chivo!". (Guácala)... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, tenía a su cargo una agencia funeraria. Llegó una ancianita a recoger las cenizas de su esposo, cuyos restos habían sido incinerados un día antes. Le pregunta Capronio a la ancianita: "¿Qué edad tenía su marido, mi estimada?". Responde la viejita: "Tenía 98 años. Era un año mayor que yo". "¡Uh! -exclama Capronio-. ¡Entonces casi ni vale ya la pena que se regrese usté a su casa!". (Caborón)... En un colegio inglés tres niños que estaban ahí internados se portaron mal. Uno era Johnny, norteamericano; el segundo era Hans, un alemán, y el tercero era Pepito, mexicano. Decreta el director: "Les daré 10 azotes a cada uno con esta vara de metal. Sin embargo podrán protegerse con una cubierta del material que quieran, para hacer menos dolorosa la golpiza". Johnny, el americanito, dijo que se cubriría con su gruesa chaqueta de piel de bisonte americano. El director, sin embargo, era tan diestro en castigar que los varazos hicieron perder el sentido al pobre niño, a pesar de su cubierta protectora. Hans, el niño alemán, dijo con tono desafiante: "No necesito yo cubierta alguna. Sin quejarme recibiré los golpes a cuerpo vivo. Deutschland über alles!". Así sucedió, en efecto: pese a que el barbárico dómine británico se esforzó en la tunda no consiguió arrancar al pequeño germano ni un quejido. Llega el turno de Pepito, el mexicano. Le pregunta el salvaje cómitre: "Y tú ¿con qué te vas a cubrir?". Responde sin vacilar Pepito: "Con el alemán"... Santiago Creel Miranda debe explicar la acción por la cual autorizó en los últimos días de su gestión como secretario de Gobernación el establecimiento de casas de juego con apuestas. Todo indica que esos permisos se extendieron en forma irregular. Existe la posibilidad de que el panista, a cambio de su tendenciosa actuación, derive ventajas indebidas en lo que hace a la promoción de su imagen como precandidato a la Presidencia de la República. Todo este asunto despide un sospechoso tufo, y Creel queda bajo la luz de la sospecha. Muchas consecuencias, las más de ellas indeseables, derivarán del funcionamiento de esos garitos. Todo lo concerniente a esas autorizaciones debe ser objeto de investigación, para determinar si se extendieron legalmente o como turbio trato de "do ut des", es decir, te doy para que me des. O al menos para que no me pegues... Doña Falcidia estaba en una cama de hospital, vendada de pies a cabeza cual egipcia momia. Le pregunta una amiga: "¿Qué te pasó, Falcidia?". Relata con voz feble la contusa dama: "Llegó mi marido a la casa y me encontró con un joven mancebo. Le dije: ?Vi en el jardín un feo sapo; lo besé, y se convirtió en un apuesto príncipe. No me lo vas a creer, Gardalio: este joven es el príncipe?. Eso le dije. ¡Y no me lo creyó!"... La señora le dice a su marido: "Tengo que confesarte algo: estoy saliendo con tu mejor amigo". Pregunta el tipo: "¿Y te va a llevar de aquí?". Contesta la señora: "No". Replica el marido: "Entonces no es mi mejor amigo"... FIN.

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