El estadio de futbol se había llenado. Por las atestadas graderías iba subiendo penosamente un individuo en busca de su asiento y el de su mujer. La señora lucía un embarazo que parecía de nueve meses, y a las claras se observaba que hacía esfuerzos inauditos por seguir a su marido. "¡Permítanos pasar, por favor! -rogaba el hombre-. ¡Mi señora está embarazada!". Pasos más adelante volvía a repetir con angustia: "¡Abran paso, por favor! ¡Mi esposa está embarazada!". "Oiga -le dice uno de los espectadores-. Si la señora está embarazada ¿por qué no la deja en la casa?". Responde el tipo: "Por dejarla en la casa es por lo que está embarazada"... Dos pescadores de Los Cabos se contaban sus respectivas hazañas. Dice uno: "Hace un año saqué en el Pacífico un pez vela de cuatro toneladas". "Yo -replica el otro- estaba pescando en el Mar de Cortés hace unos días, y mi anzuelo se atoró en algo. Jalé la cuerda, y saqué una lámpara de barco. La lámpara tenía esta inscripción: ?La Niña. Propiedad de Cristóbal Colón. 1492?". "¡Extraordinario!" -dice el primero con envidia. "Y eso no es nada -se anima el otro-. Cuando saqué la lámpara, todavía estaba encendida". El primero hace un largo silencio y luego propone: "Mira, hagamos una cosa: yo le quito 500 kilos a mi pez vela y tú de perdido apagas la lámpara, caón"... La maestra les pidió a los niños decir palabras en que se repitiera varias veces la letra o. Juanito propuso el sustantivo "tolondrón". Rosilita aportó el adjetivo "monótono". Y Pepito dice: "¡Goooool!"... ¡Cincuenta grados Celsius en San Luis Potosí, háganme ustedes el refabrón cavor! ¡Y en toda la República una ola de calor que a todos nos trae sudando y congojando! Este prenuncio del infierno podría resistirlo únicamente aquel sujeto que siempre sentía frío, por elevada que estuviera la temperatura. Vivió siempre tiritando, envuelto en gruesas ropas de abrigo. Al morir se fue al Cielo -jamás tuvo ocasión de hacer pecados-, y allá siguió temblando de frío. San Pedro lo mandó al infierno, pues sólo ahí podría entrar en calor el desdichado. Días después el celestial portero visitó el averno para saber si ya se le había quitado el frío al infeliz. Tocó la puerta de la infernal mansión, y la abrió un diablo. Entonces San Pedro oyó una voz temblorosa que venía del interior: "¡Cierren esa puerta!". Nuestro planeta se está sobrecalentando, no hay duda alguna de eso. Las altas temperaturas que sufrimos son consecuencia de la manera irracional en que tratamos a la casa común en que vivimos. La deforestación es una de las causas principales de ese fenómeno, que tiene muy preocupados a los científicos del mundo. Miren a ese que va ahí. Trae el ceño -y todo lo demás- fruncido; le laten las sienes, y su gesto es de angustia y desesperación. Algo debe saber que nosotros ignoramos. ¿Se irá a acabar el mundo?... A la salida de un cabaret de lujo una pareja llamó un taxi, y el hombre dio al taxista una dirección en un suburbio. Por el camino el taxista observó a sus pasajeros por el espejo retrovisor, y lo que vio lo dejó atónito: el tipo y la mujer iban haciendo el amor apasionadamente. Optó el taxista por no decirles nada, y siguió su camino procurando que no lo distrajeran los ayes, gemidos, jadeos, suspiros, resuellos, sofocos, quejos, pujidos acezos y estertores que los desfachatados amantes lanzaban en su erótico deliquio. De pronto exclama la mujer en arrebato de éxtasis: "¡Me muero, Lubriciano!". Profiere él con similar pasión: "¡Yo también me muero, Burburina!". Entonces sí el taxista mete el freno. Se vuelve hacia los fogosos pasajeros y les dice: "Antes de morirse páguenme la dejada, por favor"...FIN.