Noche de bodas. La recién casada sale del baño envuelta en vaporoso negligé, dispuesta ya a la celebración del rito connubial. Se sorprendió bastante la muchacha al ver a su flamante esposo todavía vestido, sentado frente al televisor, con una cerveza y unas botanas que había pedido a la administra-ción, viendo muy entretenido el futbol. "Pero, Pumilio -le dice desconcertada-. En esta noche, la más importante de nuestras vidas, ¿te vas a poner a ver el juego?". "Mira -responde él-. Tú me hiciste esperar dos años para hacer lo que vamos a hacer. Bien puedes esperarme a mí 90 minutos"... Babalucas trabajaba en un restorán de comida rápida. Un cliente le pidió un sándwich de jamón. "Lo siento, señor -contesta el tonto roque-. El único sándwich que manejamos es el Superespecial. Lleva salami, tocino, jamón, queso amarillo, queso blanco, tomate, cebolla, mostaza, mayonesa, pepinillos, lechuga y chiles jalapeños". Replica el parroquiano, molesto: "No quiero el sándwich Superespecial. ¿Qué no me pueden preparar un sándwich que lleve nada más jamón?". "Permítame usted" -dice entonces Babalucas. Va a la ventanilla que daba a la cocina y le grita al encargado: "¡Pancho! ¡Sale un sándwich Superespecial! ¡Que NO lleve salami, tocino, queso amarillo, queso blanco, tomate, cebolla, mostaza, mayonesa, pepinillos, lechuga ni chiles jalapeños!"... Dos apostadores se encontraron en el hipódromo. Uno se quejó de su mala suerte: en dos meses no había atinado un solo caballo ganador. El otro, por el contrario, ganaba consistentemente. "Mi sistema no falla" -dice a su amigo. "¿Qué sistema usas?" -pregunta éste muy interesado. Responde el que ganaba: "Antes de venir al hipódromo voy a la iglesia y rezo durante 15 minutos pidiendo inspiración. Eso me ha dado muy buenos resultados". "Seguiré tu consejo" -declara el amigo. Unas semanas después volvieron a encontrarse. Pregunta el que ganaba siempre: "¿Cómo te ha ido con mi sistema?". "Muy mal -responde con hosquedad el otro-. Todos los días voy a la iglesia a pedir inspiración, y sin embargo sigo perdiendo como siempre. No he podido escoger un solo caballo ganador". Inquiere el primero: "¿A cuál iglesia vas?". "A San Roque" -contesta el apostador. "¡Indejo! -exclama el amigo-. ¡Ésa es para las carreras de perros! ¡Para las de caballos debes ir a San Martín Caballero!". (NOTA: San Roque, hombre de fortuna, repartió sus riquezas a los pobres y se dedicó a cuidar a los enfermos de peste. Contagiado del mal, se retiró a un monte. Todos pensaron que ahí moriría de hambre, pero un milagroso perro llegaba cada día y le llevaba un pan. Por eso en la iconografía del santo aparece siempre un perro. El templo parroquial de Arteaga, preciosa villa cercana a mi ciudad, Saltillo, tenía un cuadro, "San Roque y el perro", obra de un pintor popular desconocido. Sobre el santo y el animal el anónimo artista puso dos letreros: "Este es San Roque" y: "Este es el perro")... En horas de la madrugada tres ebrios llamaron con sonorosos golpes a la puerta de una casa. Por la ventana del segundo piso asomó hecha una furia una señora. "Perdone, mi estimada -inquiere con tartajosa voz uno de los beodos-. ¿Aquí vive Astatrasio Garrajarra?". "Sí, aquí vive" -malmodea la mujer. Pide entonces el temulento: "¿Podría decirnos por favor cuál de nosotros tres es Astatrasio Garrajarra?"... Un curita recién ordenado iba a confesar a los feligreses por primera vez. Le pidió a su párroco que oyera secretamente sus confesiones y luego le diera una opinión sobre su desempeño. Al terminar le pregunta: "¿Qué le pareció mi modo de confesar, padre?". "Bien, en general -responde el veterano-. Pero me habría gustado oír unos pocos más: ?Tsk tsk tsk? y unos pocos menos: ?¡Uta!? y: ?¡En la madre!?"... FIN.
