Llegó un hombre con el médico. El infeliz traía un hacha clavada en la cabeza. "¡Doctor! -clama con desesperación! ¡Deme algo para el dolor de testículos!". "¿De testículos? -se asombra el facultativo-. ¡Pero si trae usted un hacha clavada en la cabeza!". "Precisamente -replica el lacerado-. ¡Cuando estornudo, el mango me golpea allá!"... Dos viejecitos que vivían en casas vecinas salían todas las tardes juntos a dar unos pasitos por la acera. Caminaban hasta la esquina; de ahí se devolvían y cada uno entraba en su respectiva casa. Cierto día uno de los viejitos siguió caminando en vez de regresar. "¿Qué haces? -le pregunta con inquietud el otro-. ¿A dónde vas?". Responde el ancianito: "¡Qué chingaos te importa! Y te digo eso porque eres mi mejor amigo, que si no ni siquiera eso te contestaría"... En la Ciudad de México, un rancherito se dirige a un capitalino: "Disculpe usté, siñor: ¿Ónde está el Zócalo?". Replica con sorna el de la capital: "¡Eso cualquier indejo lo sabe!". "Por eso le estoy preguntando a usté, siñor" -contesta el rancherito... Un muchacho conoció en una fiesta a un siquiatra, y aprovechó la oportunidad para hacerle una consulta. "Doctor -le dice-. Mi novia se está volviendo ninfómana poco a poco, y quiero saber si es posible...". "¿Quitarle esa tendencia a la ninfomanía?" -inquiere el analista. "No -aclara el muchacho-. Acelerársela"... La palabra "farsante" se oye muy feo en español. (También se oye feo en alemán, bantú, céltico, dravidiano, esloveno, francés, griego, holandés, indostaní, japonés, kurdo, lituano, maya, noruego, otomange, polaco, quechua, rético, servocroata, tagalo, ucraniano y volapuk). Aunque me esté mal el decirlo yo tiendo a la benevolencia, sentimiento que no debe tener un editorialista, pues mientras más ácido sea, más venenoso y punzador, tendrá más valimiento, cobrará fama de integérrimo censor, y el número de sus lectores será mayor que el de los cuatro que yo tengo por obra de la bondad humana y la divina. En virtud de esa benevolencia, y porque aprendí en el catecismo del buen Padre Ripalda que se debe tratar al prójimo con caridad, que es uno de los nombres del amor, huyo siempre de motejar con duros adjetivos o sustantivos denostosos a los personajes de nuestra vida pública. Y eso no significa que tenga yo nobleza de alma, o magnanimidad: se debe a que la viga en el ojo propio me impide ver la paja en el ajeno. Por tanto me resisto a aplicar al llamado subcomandante Marcos el calificativo de "farsante", que se usa para designar a quien finge ser lo que no es. Allá él con su utilería de pasamontaña, falsas cananas, gorra cuidadosamente raída y palabra artificiosa. En esta ocasión, sin embargo -primera, quizá, que yo recuerde- diré algo bueno de ese hombre en el que nadie cree ya, quizá ni él mismo. Me parece digno de encomio el anuncio que hizo, más o menos vago, como todo lo suyo, en el sentido de que los mal llamados zapatistas podrían decidirse a dejar su movimiento armado para buscar otro camino de participación. Si Marcos y sus seguidores renuncian a las armas, aunque éstas sean de mentirijillas, habrán tomado la primera decisión acertada en el errado camino que desde el primer día de su movimiento empezaron a pisar. Ojalá ese anuncio sea cierto; ojalá Marcos y su gente se decidan a usar los métodos de la democracia; ojalá termine ya esa nociva farsa que tanto daño ha hecho no sólo a los indígenas de Chiapas, sino también a ese estado, y aun a México... El ginecólogo le informa a la joven mujer: "Está usted embarazada, y va a tener gemelitos". "¡Imposible! -protesta ella-. ¡No soy casada, y además solamente lo hicimos una vez!"... FIN.