En torno de una mesa de cantina cuatro alegres sujetos hablaban de un tema que no debería ser objeto de conversación entre personas con sindéresis, o sea con buen juicio y discreción. Dijo uno: "Mi mujer usa ropa íntima negra. Eso le da un misterio que me encanta". El segundo reveló: "Mi esposa usa ropa íntima blanca. Eso le confiere un aire nupcial que me seduce". Habló el tercero: "Yo soy férvido partidario de las Chivas del Guadalajara. Mi señora usa en su ropa íntima los gloriosos colores de mi equipo. Eso le da un aire popular que me entusiasma". Exclamó el cuarto: "¡Ah! ¿Entonces tú eres el marido de la Chiva Godiva?"... Un caballero de edad madura comentó con acrimonia en el autobús: "Ya no hay cortesía entre los jóvenes". "¿Por qué dice usted eso, caballero? -pregunta una señora que lo oyó-. Precisamente ahora acabo de ver que cuando usted subió al autobús un joven muy educado le cedió su asiento". "En efecto -concede el veterano-. Pero mire: aquella pobre mujer que va de pie es mi esposa. Ya llevamos más de media hora en el autobús, y nadie se ha levantado para que pueda sentarse ella"... Lady Highrump prueba su almuerzo, frunce el ceño y todo lo demás y llama a la cocinera: "Guangolia -le dice con disgusto-. Estos huevos no están buenos". "Señora -replica con mucha dignidad la fámula-, yo lo único que puse fue la mesa"... La enfermera Tetonia examinaba a un enfermo. Le dice con alarma al médico: "¡El pulso del paciente se ha alterado!". Responde el facultativo: "Y lo demás se le alterará también si no se abotona usted la blusa"... Candorio, joven sin ciencia de la vida, casó con Susiflor. Ella aunque había guardado incólume la gala de su doncellez, sabía muy bien lo que debía hacerse en la noche de bodas. Sin embargo el galán no daba trazas de consumar el himeneo. Susiflor, entonces, juzgó pertinente hacerle una ligera insinuación. Le dijo: "¡Cómo me gustaría tener un bebé!". "A mí también -declara el pasmarote-. Mañana mismo le mandaremos un correo a la cigüeña"... El padre Arsilio estaba amonestando a Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo. Le dice con paternal solicitud: "Ya no tomes tanto, hijo". "Padre -declara solemnemente el temulento-. Pa? lo que me gusta el -edo, tomo poco". "¿Acaso no sabes -insiste el buen sacerdote-, que el consumo inmoderado del alcohol acorta la vida?". "¡Claro que lo sé, padrecito! -replica el azumbrado-. Ayer no tomé ni una gota ¡y el día se me hizo largo largo!"... Murió el señor Copián, burócrata, y el alcalde fue a presentar su pésame a la viuda. En el recinto funerario se le acercó un empleado municipal. Le dijo: "Señor Presidente; sé que éste no es el momento más oportuno para plantear mi pedimento, pero ¿cree usted que puedo ocupar el lugar del señor Copián?". "Desde luego que sí, compañero -responde el munícipe sin vacilar-. Pero dese prisa, porque parece que ya se lo van a llevar"... El dueño del table dance se sorprendió bastante cuando aquella chica le pidió empleo de bailarina. Muchas le pedían lo mismo, pero lo extraño en este caso es que la recién llegada era sumamente bajita de estatura: apenas levantaba del piso un metro de estatura. "¿No crees, linda -le pregunta el empresario con delicadeza- que para este oficio eres un poco menuda, retaca, parva, minúscula, zancaja, petisa y esmirriada, por no decir chaparra?". "Eso es ventaja, señor -replica la pequeña-. Actuaré para los clientes que caigan abajo de la mesa"... Le propone un tipo a otro: "¿Jugamos a las damas?". "Está bien -acepta el otro-. ¿Dónde está el tablero?". "¿Cuál tablero? -replica el tipo-. Se trata de vestirnos"... FIN.