El juez aplicó severa multa a un borrachín por escandalizar en la vía pública. "Con todo respeto, señor licenciado -farfulla el temulento-, es usted un indejo". "Quinientos pesos más de multa -impone el juez-, por desacato al tribunal". Dice el beodo: "Además es usted un caborón". "Mil pesos más por insultar al juez" -ordena el juzgador. Enseguida le pregunta al individuo: "¿Tiene usted otro insulto qué añadir?". Con tartajosa voz responde el ebrio: "Con esos precios, no, su señoría. Avíseme cuando haya alguna oferta, pa? venir a mentarle la mamá"... El abogado especializado en divorcios estaba en su oficina cuando su secretaria le anunció la presencia de una cliente. Se trataba de una joven señora que quería divorciarse de su esposo. "¿Por qué abriga usted el propósito, intención u objetivo de pedir la disolución del vínculo matrimonial?" -preguntó el abogado. (Sabía que podía cobrar honorarios más altos cuanto más rebuscado fuera el lenguaje que empleaba). Responde la esposa: "Creo que mi marido me es infiel". "¿En qué funda usted ese recelo, duda, prejuicio, suspicacia, dubitación, barrunto, desconfianza, suposición, sospecha, malicia o presunción?" -inquiere el letrado anotando el número de sinónimos que había usado para efectos de los honorarios. Contesta la señora: "Es que ninguno de los tres hijos que he tenido con él es suyo"... A mis lectores en el extranjero les diré que en México los buhoneros son llamados "barilleros". Son comerciantes que van de pueblo en pueblo ofreciendo la mercancía que cargan. Pues bien: un barillero llegó a un convento de monjitas y les mostró unos chales. "Los dos son de lana -les dijo-. Éste cuesta 20 pesos; éste otro cuesta 100". "¿Por qué tanta diferencia?" -pregunta la superiora. Contesta el hombre: "El de 100 pesos es de lana virgen". La reverenda madre se vuelve a sus novicias y les dice: "Para que vean, hijas, el alto valor que tiene la pureza"... El PRD impugna por sistema el resultado de todos los procesos electorales en que participa, excepción hecha, claro, de aquéllos en que sale ganador. Sin embargo tan automáticas son ya sus impugnaciones que no me extrañaría ver que impugnara también uno de sus propios triunfos. Esa actitud le resta seriedad al partido del sol azteca, provoca demoras innecesarias, confunde a los ciudadanos y hace que las autoridades electorales gasten inútilmente esfuerzo y tiempo. Si los perredistas quieren que los abogados encargados de su departamento legal justifiquen el sueldo que perciben pónganlos a hacer la exégesis jurídica de los discursos de don Vicente Lombardo Toledano, pero reconozcan el resultado de procesos que, como el del Estado de México, no tienen vuelta atrás... Llegó don Astasio a su casa y encontró a su mujer con un desconocido. Tras de colgar el sombrero y el paraguas en la percha fue don Astasio al chifonier donde guardaba la libretita en que anotaba vilipendios para decirlos a su esposa en tales ocasiones. Regresó y le leyó el último que había registrado: "¡Furcia!". Luego, con lenguaje más liso y llano, añadió: "¡Traidora infame, vulpeja inverecunda, mesalina, hembra sin pudor!". Le dice la esposa: "No te pongas dramático, Astasio. ¡Ni que se lo fuera a acabar!"... Pepito iba sentado en un carrito tirado por su perro. El desdichado can tiraba del carrito por una cuerda atada a sus dos atributos de animal macho. El carrito tenía un letrero: "Patrulla de policía". Un transeúnte vio aquello, y lleno de compasión por el perro le dijo a Pepito: "Tu patrulla iría más aprisa si el perro tirara de ella por una cuerda atada a su cuello, y no a esa parte". "Ya lo sé -responde el niño-. Pero entonces no sonaría la sirena"... FIN.
