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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Le dice la joven esposa a su maridito: ?Me siento cansada, débil, exangüe, desfallecida, exhausta, exánime, feble, desanimada y lasa?. ?Para eso yo tengo una medicina? ?le dice él con sonrisa intencionada. Y procede a hacerle el amor apasionadamente. Al terminar le pregunta: ?¿Te sientes mejor, mi vida? ¿Te probó bien mi medicina??. ?Creo que sí, mi amor ?contesta ella con un suspiro-. ¿No me podrías repetir la dosis??... El papá de Pepito, acompañado de su precoz retoño, fue al mercado a comprar una gallina, pues quería disfrutar de un sabroso mole. El carnicero le muestra una. El señor la toma y la examina cuidadosamente: le palpa la pechuga, los muslos, todo. ?¿Por qué haces eso?? ?le pregunta Pepito. Responde su papá: ?Es que como voy a comprar la gallina quiero saber si está buena?. Y vuelve a preguntar Pepito: ?¿Entonces mi padrino Libidiano va a comprar a mi mamá??... Día llegará, pienso yo, en que tendrá que desaparecer de la legislación electoral la disposición ?anticonstitucional disposición- por la cual un ciudadano debe forzosamente ser postulado por un partido para aspirar a un cargo de autoridad o representación. La prohibición de las candidaturas independien-tes atenta contra las garantías individuales y vulnera en forma grave los derechos políticos de los mexicanos. No es procedente el alegato en el sentido de que sin el tamiz de los partidos el crimen organizado puede infiltrarse en los procesos de elección, y aun tener acceso al poder a través de candidaturas financiadas con fondos ilegales. Eso también puede suceder en el estado actual de cosas. La limitación en los gastos de propaganda electoral, y un adecuado control por medio de los organismos correspondientes pueden ser elementos que eviten ese riesgo. Mientras tanto los partidos políticos siguen gozando de un indebido monopolio que no sólo atenta contra la democracia, sino también contra la libertad... Una señora fue con el médico de su marido. ?Doctor ?le dice-. Desde hace tiempo he notado una disminución en el apetito amatorio de mi esposo. ¿No podría usted recetarle algo que yo le pueda dar sin que se dé cuenta, para no preocuparlo u ofenderlo??. Responde el facultativo: ?Acaban de salir al mercado unas píldoras fantásticas. Le advierto, sin embargo, que debe usted dárselas ?las píldoras, digo- con el mayor cuidado, pues son sumamente poderosas: cada una le quita diez años de encima a cualquier hombre. Además los efectos de las píldoras son instantáneos: se producen en diez minutos?. La señora llevó las píldoras a casa, y como su marido acostumbraba tomar un poco de leche tibia al acostarse le puso dos en la taza. Luego, pensado que el efecto sería mayor con otra, se la echó también. Pero al hacerlo una cuarta píldora cayó en la leche. ?Qué importa ?pensó la señora-. Así el efecto será mayor?. El marido se tomó su leche y de inmediato se quedó profundamente dormido. La señora se acicaló muy bien, se puso un vaporoso negligé y luego movió a su marido para inducirlo a la acción. El tipo dice luego con somnolienta voz: ?No, mami. Hoy no tengo ganas de ir a la escuela?.... En el pequeño hotel familiar suena el teléfono de la administración. Era el agente viajero que ocupaba la habitación número 5. Evidentemente ebrio, el hombre le pide al dueño: ?¡Mándame una p...!?. La esposa del dueño escucha aquello y le exige a su marido que expulse al indeseable huésped. Como el hombre se negaba ella misma fue a la habitación. Se oyen gritos desaforados y estrepitosos ruidos. Luego se abre la puerta y sale el viajero todo rasguñado y con los cabellos en desorden. ?¡Vaya p... salvaje la que me mandaste! ?le dice al propietario-. ¡Pero de cualquier modo me la receté!?... FIN

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