El jefe de tránsito daba una conferencia a las socias del Club de Damas. "Y para que no haya ruidos ni malos olores en la ciudad -les comunica- prohibí la circulación de vehículos que tengan el escape abierto". "Perdone, oficial -levanta la mano una de las señoras-. ¿No podría extender esa prohibición también a los maridos??... Babalucas le mostraba a un amigo su nuevo encendedor. "Es fabuloso -le dice con orgullo-. Siempre prende a la tercera. Mira: clic, click click. Prendió". "-A ver" -dice el otro-. Toma el encendedor y, ¡click!, lo prende a la primera. "¡A qué la...! -se enoja Babalucas-. ¡Ya me lo descompusis-te!"... El problema empieza desde que decimos: "Padre Nuestro que estás en los cielos..." , y no: "Madre Nuestra que estás en los cielos...". O sea, la discriminación de la mujer empieza desde que atribuimos al sexo masculino a Dios, a quien representamos con figura de varón, incluidas barbas y todo lo demás. De ahí, entre otros muchos factores, deriva el hecho lamentable de que la mujer haya sido durante mucho tiempo -y en muchas sociedades lo sea todavía- un ser humano de segunda clase, lo mismo en el trato social que ante el derecho, y especialmente en la religión. No hemos cambiado mucho desde la época en que Cicerón, en una de sus cartas, daba atenta consideración al problema de si la mujer tendría espíritu y mente racional o si sería sólo una criatura sui géneris reservada para el servicio y el placer del hombre. Yo de mí sé decir que espero con impaciencia el día en que los mexicanos seamos capaces de no establecer entre la mujer y el hombre más diferencia que aquella que individualmente se produce entre ellos en razón de sus méritos personales. Que cuando alguien nos pregunte quién es más inteligente, el hombre o la mujer, preguntemos a nuestra vez cuál hombre y cuál mujer. Que no haya ?sector femenil? en los partidos, como no hay ?sector masculino? en ellos. Que las mujeres puedan oficiar los mismos ritos que ofician los hombres en los templos. Sólo de ese modo, junto con el hombre y salvas las hermosas diferencias que con él tiene, la mujer podrá aportar a la vida comunitaria todo el rico caudal de que es dueña y señora, y que el hombre la ha obligado a guardar, y aun a ocultar... Llegó la parejita de casados a la suite nupcial donde pasarían la noche de bodas. El novio, aún bajo los efectos de las copiosas libaciones hechas en la cena, no acertaba a colocar la llave en la cerradura, Algo molesta le dice su flamante mujercita: "Yo creo que mejor posponemos esto, Impericio. Con esa puntería..."... El jefe daba instrucciones a su nueva secretaria: "Cuando yo cierre la puerta de mi despacho eso significará que no quiero ver a nadie. Algunos insistirán, y le dirán que su asunto es muy urgente. Usted respóndales: ?Sí, lo mismo dicen todos?. Y enseguida despáchelos". A los pocos días llegó una señora. "Quiero hablar con su jefe" ?le pide a la muchacha. "Ahora no puede atenderla -contesta ella-. Está muy ocupado". "No para mí ?responde con enojo la mujer-. Soy su esposa, y me urge verlo". "Sí, -replica desdeñosa la muchacha-. Eso es lo que dicen todas"... Le dice muy disgustado el ciempiés macho al ciempiés hembra: ?A ver qué haces, porque cuando tú acabas de quitarte los zapatos a mí ya se me pasaron las ganas"... Dos viejecitos se casaron con sendas señoras de edad menos madura. Decidieron ir juntos a la luna de miel. Pasada la noche de bodas le dice muy preocupado uno de los viejitos al otro: "Tendré que ir con un médico. Anoche tuve problema con eso del sexo". "En ese caso yo tendré que ir con un siquiatra -dice el otro-. Yo ni siquiera me acordé... FIN.
