San Pedro reunió a todas las señoras recién llegadas al más allá. Les dice: "Las que en vida engañaron a sus maridos, de pensamiento o de obra, den un paso al frente". Todas dieron el paso, menos una. Les anuncia San Pedro con severidad: ?Irán al purgatorio a expiar su culpa. Y tú, esposa fiel, entra en el Cielo". Interviene en eso el ángel de la guarda de la fiel esposa. Le sugiere al portero celestial: "Díselo por señas, Pedro. La pobre es completamente sorda?... Un agente viajero llegó a un pequeño pueblo. Era sábado en la noche, y el hombre se estaba aburriendo en su cuarto del hotel. Fue al lobby y le preguntó al encargado: ?¿Hay alguna vida nocturna en este pueblo??. ?Había ?responde el individuo-, pero hace una semana se casó?... ?Tuve un accidente en la fábrica ?contaba un tipo-, y sufrí quemaduras en el rostro. Afortunadamente un buen cirujano plástico me puso un injerto de mi propia piel, y no me quedó huella?. Le pregunta alguien: ?¿De dónde te tomó la piel para el injerto??. Responde el tipo: ?Me da pena decirlo, pero cada vez que me canso la cara se me quiere sentar?... Don Algón, salaz ejecutivo, le dice a su poco agraciada secretaria: ?Señorita Uglilia: ¿va usted a hacer algo el domingo por la noche??. Responde la muchacha, esperanzada: ?No, don Algón?. ?-Muy bien ?remata secamente el ejecutivo-. Entonces a ver si ahora sí llega temprano a trabajar el lunes?... Una de las más bellas vistas que se pueden contemplar, además de un amanecer en la montaña, un crepúsculo en el mar o un cheque a tu nombre por una buena cantidad, es un mercado o un supermercado llenos de compradores. (La vista es particularmente bella para los locatarios del mercado y para el dueño del supermercado). ¿Por qué creo que esa es una agradable vista? Porque nos habla de un país que aun con sus innumerables tachas y defectos está en paz, donde hay qué comer y donde la gente trabaja y vive -a pesar de todo- con tranquilidad. Tenemos problemas económicos, es cierto; hay pobreza e inseguridad, pero hemos logrado conservar bienes sociales que en otros países se han perdido, y hemos de conservarlos para nuestros hijos. Por eso debemos rechazar a esos grupos que por medio de acciones ilegales, y en ocasiones violentas, pretenden conseguir sus fines. Esos grupos y sus nocivos líderes dañan con sus manifestaciones la vida comunitaria. La dañan también quienes por lenidad o interés político les brindan protección y permiten que esos malos mexicanos sigan actuando al margen de la ley... Himenia Camafría y Celiberia Sinvarón, maduras señoritas solteras, paseaban por la orilla del río, y se toparon con un hombre que se había bañado ahí y que en ese momento salía para vestirse. El bañista alcanzó apenas a cubrirse con el sombrero las pudendas partes. Ellas, al ver el apuro del hombre, rompieron a reír regocijadamente, aunque tapándose la boca, según el uso de las señoritas de antes. Les dice el individuo muy mortificado: ?Si fueran ustedes unas damas no se burlarían de mí?. Responde la señorita Himenia: ?Y si usted fuera un caballero se quitaría el sombrero?... Eso me recuerda el caso de otra madura célibe, Solicia Sinpitier, que en el museo de escultura estaba admirando un desnudo masculino tallado en mármol. La estatua se llamaba ?La primavera?. En la entrepierna del apuesto mancebo se veía la clásica hoja de parra. El guardia observó que Solicia tardaba demasiado en la contemplación de la parte cubierta por la hoja. Se le acerca y le dice: ?Oiga: ¿está usted esperando que llegue el otoño??... FIN.
