Mustafá y Abú, ciudadanos de los países árabes, se hallaban en un centro nocturno de París. En otra mesa estaba Abraham, israelí. Una hermosa bailarina pasó bailando voluptuosamente entre la abigarrada concurrencia formada por turistas de los seis continentes en que se divide el mundo: África, América, Asia, Europa, Oceanía y Saltillo (NOTA: Se citan por orden alfabético, no de importancia). Mustafá separó un poco el hilo elástico de la pequeña prenda que cubría apenas los encantos posteriores de la chica, y le puso un billete de 100 dólares sobre una pompa. Abú hizo lo mismo: puso también un billete de 100 dólares sobre la otra pompa de la artista. Al pasar la seductora danzarina por la mesa donde estaba Abraham, éste sacó su tarjeta de crédito, la pasó entre las dos pompas de la nena y luego dijo: "Hago un retiro de 200 dólares"... Una vez ante un médico famoso llegóse un hombre de mirar sombrío. "Me siento muy mal, doctor -le dijo-. Tengo fiebre, traigo escalofríos, me lloran los ojos, estornudo a cada rato y me fluye la nariz". Lo examina el galeno y determina: "No es nada serio". "Doctor -replica molesto el paciente-. Le he hablado con toda seriedad". "Quiero decir -aclara el facultativo- que su mal no es peligroso. Trae usted un simple catarro común". "Pues deme algo para que se me quite" -pide el hombre. Contesta el galeno: "La ciencia médica no tiene cura para el catarro. Métase usted en la cama, tome abundantes líquidos y espere a que por sí solas desaparezcan las molestias". "No puedo esperar -se irrita el hombre-. Me siento realmente mal. Deme algo que me quite esto". "Ya le he dicho que la ciencia médica no tiene cura para el catarro" -insiste el médico. "¿Entonces no puede hacer nada por mí?" -se enoja el individuo-. ¿Qué clase de médico es usted?". "Está bien -concede el especialista-. Le diré lo que haremos. Vaya usted a su casa y tome un baño de tina bien caliente. Luego, sin vestirse, así desnudo, salga a la calle y permanezca ahí dos horas". "¡Pero, doctor! -se espanta el hombre-. ¡Afuera hace una temperatura de 15 grados bajo cero! ¡Me va a dar una pulmonía!". Responde calmosamente el médico: "Para la pulmonía la ciencia médica sí tiene cura"... Tarde o temprano tendrá que desaparecer el indebido monopolio que en México detentan los partidos políticos sobre la actividad política. En virtud -más bien en vicio- de ese monopolio los ciudadanos tienen impedimento legal para presentarse como candidatos en un proceso electoral. Sólo pueden hacerlo a través de las siglas de alguno de los partidos registrados. Eso vulnera gravemente sus garantías individuales, y viola tanto la letra como el espíritu de la Constitución. La Suprema Corte de Justicia falló en contra del ciudadano Jorge Castañeda, quien ha impugnado con razón, y con tesón, la torcida legislación electoral que otorga a los partidos esa prerrogativa, pero al fallar así tomó en cuenta únicamente cuestiones adjetivas, no de sustancia. Vale decir que no entró al fondo del asunto. Otra cosa será cuando los ministros del máximo órgano de justicia se sientan libres de las presiones que los partidos ejercen en todos los ámbitos para mantener su monopolio, y fallen sobre la materia de este asunto, y no sobre cuestiones meramente procedimentales. Mientras tanto el vicioso estado actual de cosas seguirá siendo una evidencia más del atraso político de México. Y mejor cambio de tema, porque estoy muy encaboronado... Aquel hombre tenía mal carácter, y de continuo reñía con su mujer. Harta de esos disgustos ella lo dejó para irse con un hombre bastante más joven que su esposo. Le dice a éste: "Sé que con él tendré los mismos pleitos que contigo, pero al menos él todavía tiene con qué reconciliarnos"... FIN.