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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El ministro predicaba a las señoras de su iglesia: ?-Hagan que sus esposos maten la bestia del orgullo, la bestia del alcohol, la bestia de la pereza? ?les decía-. Y una señora dice al oído de la otra: ?-Voy a batallar para que Lenticio mate la bestia del orgullo y la del alcohol. La de la lujuria no. Ya la trae medio atarantada?... Dice la señora a su marido: ?-Evodio, he decidido ya no usar brassiere. ¿Verdad que me veo más joven?? ?.-Sí, -dice el marido-. Se te quitaron todas las arrugas de la cara?... La bella señorita que lleva en su automóvil un ramo de flores pregunta al tipo que está parado en la esquina: ?-Perdone, señor ¿cómo se llega a la maternidad? ?-Ven conmigo preciosa ?dice el individuo-, y te digo cómo?... Cada vez que la buena fortuna me toca con su mano voy por los caminos de Guanajuato que José Alfredo dijo. Amo a ese estado y a su gente, y tengo ahí lugares y amigos entrañables. Cada vez que puedo llego en peregrinación sentimental hasta Dolores, y en la tumba del cantor bebo a hurtadillas, a su salud, un trago de tequila. Subo al Cubilete, centro geográfico de la República y la fe de muchos, y voy luego a la ciudad señora, Guanajuato, y tomo café en el Valadez, frente a la mesa que Ruelas ocupaba siempre. Y visito León, Irapuato, Celaya, Salamanca, San Miguel de Allende y San Francisco del Rincón y todos los rincones de esa tierra tan llena de historia y tradición, tan llena de memorias de minería y charrería, de Cristiada, de insurgencias, tan llena de realistas e idealistas. Me ha alegrado saber que Javier Usabiaga, guanajuatense con raíces en la tierra, aspira a gobernar su estado. Ha sido él un buen secretario de Agricultura; se enfrentó a las caducas estructuras que mantienen aún aherrojado al campo mexicano y a los campesinos en condición de incapaces sujetos a tutela. Usabiaga sería -será, si los tiempos no lo impiden y previo permiso de la autoridad, su pueblo- un buen gobernador... Las dos secretarias hablaban de un tipo que continuamente las molestaba. ?-Fregaticio me cae muy mal ?dice una de ellas-. Con gusto le daría una patada en el estómago?. ?-¡Mira! ?se sorprende la otra-. ¡A mí me merece una opinión más baja!... El señor cura quería aprender a jugar golf. Se compró la ropa indicada y el mejor equipo que encontró. Cuando llegó la mañana del sábado se dirigió muy contento al campo de golf y contrató los servicios de un caddie para que lo acompañara a hacer el recorrido. Lleno de animación coloca el sacerdote la pelota en el tee y se dispone a golpearla con el bastón. ¡Zas? Falla una vez. ¡Zas? Falla otra. ¡Zas! Falla una tercera. Mohino y encorajinado, la cabeza hundida en los hombros, se queda en silencio rumiando su enojo y frustración. Con tono de reproche le dice entonces el muchacho: ?-Padrecito: éste es el silencio más maldiciento que he oído en toda mi vida?... El individuo aquél llega a la casa de mala nota y se queja al ver las damas disponibles, algo entradas en años. ?-Oiga, -protesta la dueña-. Le pido más respeto. Recuerde que la nuestra es la profesión más antigua del mundo?. ?-Sí, -dice el tipo-. Pero no creí que aquí estarían las fundadoras?... En el autobús viaja una chica de prominente busto, que tenía dos poderosas razones para usar un suéter muy ceñido. Un borrachito se le queda viendo y luego le dice con evidente entusiasmo: ?-¡Caray, señorita! ¡Quién fuera catarro!?. ?-¿Catarro? ?pregunta intrigada la muchacha-. ¡Para qué??- ?-¡Para caerle al pecho!? ?dice con mucha emoción el borrachín-. FIN.

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