Un día de mucha neblina el novio y la novia estaban en la banca de un parque. Dice el muchacho: ?¡Qué niebla tan espesa! ¡No alcanzo ni siquiera a ver mi mano!?. ¡-No te preocupes ?responde la muchacha-. Yo sé dónde está?... Mencione usted una cantidad decorosa ?decía la rubia al maduro señor-, a ver si me conviene perder el decoro?... He aquí la historia de la señora que sin previo aviso llega a la oficina de su marido y lo encuentra en una apacionada escena con su secretaria. ?-¿Qué estás haciendo, Abusibio? ?grita indignada la señora-. ?-Mira, Basilisia ?responde el tipo-. Yo nunca te digo cómo manejar la casa. No me vengas a decir a mi cómo manejar la oficina?... Dice el señor a la empleada de la tienda: ?-Mi esposa me encargó que le comprara un brassiere?. ?-Cómo no, señor ?responde la muchacha-. ¿De qué número es su esposa?. Contesta el hombre algo desconcertado: ?-De dos. Cómo todas, supongo?... El encargado del estacionamiento del banco le pidió al señor que quitara su automóvil de donde lo había estacionado. ?-¿Por qué?? ?pregunta el señor-. Contesta el hombre: ?-Lo estacionó donde no debe?. ?-¡Qué te pasa! ?exclama el señor-. ¡Aquí es donde debo más, caón!?... Ingenuo como soy, y a pesar de que he leído a los escritores que piensan mal del hombre, no dejo de asombrarme y entristecerme al ver los extremos de bajura a que puede llegar la naturaleza humana. No tiene nombre lo que hicieron algunos integrantes de esa ya tristemente célebre Coordinadora Nacional del Magisterio, que pintarrajearon con letreros llenos de vileza y terrible maldad las puertas y paredes del edificio donde vive Elba Esther Gordillo, en la Ciudad de México. Lo que hicieron esos perversos, infamadores del nombre de maestros que malamente ostentan, es una canallada. También, desde luego, es un delito, pero sería más ingenuo todavía demandar castigo para los descastados que en modo tan ruin atacaron a la dirigente no en forma política, sino aludiendo al drama personal que afronta. Esa indignidad debería avergonzar a quienes la tramaron y a quienes la llevaron a cabo. Lo que digo no constituye una defensa de Elba Esther Gordillo. Es imposible sentir simpatía por ella; sus actuaciones pueden inscribirse en lo más deleznable de las prácticas políticas en México. Pero atacarla así, en su domicilio, y con esas hirientes frases que pintarrajearon los miserables que consumaron tan grande villanía, debe ser objeto de reprobación. Ojalá los acontecimientos políticos que estamos viendo ahora, y las eventualidades de la próxima elección presidencial, no traigan consigo el encumbramiento de gente como la que se ha juntado en esa Coordinadora, coordinadora de mediocridades, ineptitudes, haraganerías y ahora ruindades de la peor calaña... Y para terminar. He aquí la increíble y trágica historia del señor que llega a su casa a media mañana y encuentra a su señora en la recámara en estado de inesplicable agitación. Sospechando algo el señor abre la puerta del closet y ¡oh, sorpresa! Adentro estaba su jefe. ?-¡Aprovéchate, Cenobio! ?le dice alegremente la señora-. ¡Jamás encontrarás una oportunidad mejor para pedirle un aumento!?... FIN.