Simpliciano, joven con poca ciencia de la vida, casó con Pirulina, muchacha sabidora. Antes de consumar el himeneo pregunta el desposado con solemnidad: "Dime una cosa, Piru: ¿eres virgen?". "No, -responde ella con franqueza paladina-. Ni tú eres San José. Afortunadamente estamos en una noche de bodas, no en una noche de posadas"... Babalucas se compró una foca. Muy orgulloso le mostró el animalito a su mujer. "¡Habráse visto! -exclamó ella con escándalo-. ¿Para qué diablos queremos un pinnípedo en la casa? (NOTA: La señora veía el Discovery Channel). ¡Mañana llevas esa foca al zoológico!". Al día siguiente, en efecto, el badulaque llevó la foca al zoológico. Pero en la tarde regresó con ella. "¡Habráse visto! -volvió a exclamar su esposa-. (NOTA: Su repertorio interjectivo era bastante limitado). ¿No te dije que llevaras esa foca al zoológico?". "La llevé -replica Babalucas-. Y mañana la voy a llevar al cine, y luego a las maquinitas, y al centro comercial..."... La mamá le pregunta con extrañeza a su pequeña hija: "¿Por qué le hiciste trenzas a tu Barbie?". Responde la chiquitina: "Para que le guste a mi papá. Ayer oí que le dijo a la criada: ?Me encantan las muñequitas como tú?"... Eglogia, muchacha campesina, se fue a confesar con el padre Arsilio. Le pregunta él: "¿Has fornicado, hija?". "¿Qué es eso, padre?" -pregunta la zagala. Explica el confesor: "Fornicar significa tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio". La pobre Eglogia se quedó en las mismas. Al advertir su desconcierto el padre Arsilio le dio una descripción más detallada del acto de fornicio. "¡Ah, vaya! -dice entonces Eglogia ya con la mente clara-. Sí; he hecho eso, padrecito. Pero con otro nombre"... Noé hizo bajar del arca al elefante y la elefanta, y en su lugar subió a un montón de preciosas chicas de la vida alegre. Muy mohíno le comenta el elefante a su azorada compañera: "Estoy seguro de que eso no fue lo que le ordenó el Señor"... La apasionada chica le dice a su acezante galán: "¡Si me besas otra vez, Libidio, seré tuya para toda la vida!". Contesta el amador, jadeando: "¿Qué debo hacer para que seas mía nomás este fin de semana?"... Sonó el teléfono de la casa parroquial y contestó la monjita que servía como secretaria. Le pide una voz de hombre: "Comunícame con el nagualón del cura". "¡Oiga usted! -se enoja la hermanita-. ¡Cuide su lenguaje!". "Mira, morra -le indica el de la voz-. Acabo de llegar del otro laredo y traigo un buen bonche de dólares pa? dárselos al bato de la sotana y que arregle la iglesia donde rezaba mi santa jefecita". "No cuelgues -le dice entonces la madre al individuo-. Orita te paso al ruco"... El bombero se veía muy agitado. "¿Qué te sucede, Hefestio?" -le pregunta el jefe. Responde el tragahumo: "Conforme al manual de primeros auxilios procedí a darle respiración artificial a esta señorita. Pero tuve que perseguirla, porque no se dejaba"... Empédocles Etílez acudió a la consulta de un oftalmólogo famoso. "Doctor -le dice preocupado-. Veo todo doble". Después de examinarlo diagnostica el facultativo: "Su problema, señor, se debe a la bebida". "Entiendo, médico -replica el temulento-. A partir de ahora cuando beba cerraré un ojo"... Llegó don Cornulio a su casa y sorprendió a su mujer entrepiernada con un toroso mancebo de la calle. "¡Meretriz! -prorrumpe el lacerado en paroxismo de ira-. "¡Zorra indecente, raposa inverecunda, vulpeja sin pudor!". "¡Mira nomás! -exclama burlona la mujer suspendiendo por un instante su tarea-. Tú coleccionas mariposas, estampillas postales y monedas. ¿Y yo no puedo tener mi propio hobby?"... FIN.