La pugna entre el Madrazo y la Gordillo es pugna sórdida y bajuna. En ella se muestra no nada más lo peor que tiene el PRI, sino también lo peor de la naturaleza humana. Ese pleito de arrabal causa vergüenza a los buenos priistas -los hay-, y debería avergonzar también a sus protagonistas si el lugar que en el alma les ocupan la ambición de poder y los rencores les dejara lugar para otro sentimiento. Madrazo ha hecho de la traición política un oficio. En los juegos del poder, es cierto, la alevosía es práctica común. Común lugar sería citar en este punto a Maquiavelo, quien enseñó que la lealtad es muy gravosa carga, bagaje inoportuno. El político, en el más deleznable sentido del término, ha de estar vacunado contra esos estorbosos animalillos, los escrúpulos. Pero aun la falsedad tiene sus límites, y Madrazo los ha excedido todos. La señora Gordillo, por su parte -iba a poner "la maestra", pero la mano se negó a escribir- es la encarnación de los peores vicios del caciquismo sindical. El sentido de disciplina e institucionalidad de los maestros mexicanos ha sido malamente aprovechado para formar un insano coto de poder que anula toda democracia y propicia toda corrupción, tanto en la vida pública como en la propia actividad magisterial. Por eso sorprende, y aun causaría náusea si no estuviésemos ya tan acostumbrados a lo nauseabundo, que algunos panistas destacados consideren la posibilidad de establecer alianzas con Gordillo. Eso habla de la descomposición de los partidos, especialmente del PAN, que era tan compuestito que solía llamarse "el partido de la gente decente". ¡Y luego la señora dice que podría presentarse como candidata presidencial! Su dicho sería patético si no moviera a amarga risa. La democracia, entre otras muchas cosas, es afilado bisturí que saja los tumores y hace salir las purulencias. Todas las ocultaba el sistema priista: en él creíamos vivir en una sociedad tranquila, cuando en verdad vivíamos en una tranquila suciedad. Ni siquiera la estruendosa derrota del 2000 motivó al PRI a hacer un examen sincero de conciencia y un firmísimo propósito de enmienda. Ahora se debate en su propia mugre. Si pudiéramos pensar en lo impensable pensaríamos el imposible pensamiento de que los buenos priistas hicieran a un lado a esos bajos especímenes y a sus congéneres, y no se condenaran a sí mismos a un nuevo fracaso, de mayores efectos aún que el anterior, al presentar como su candidato presidencial a un hombre como Madrazo, o Montiel, que es su imagen y su semejanza. Pero eso es más ilusorio que pedirle peras al olmo: es pedirle el todo a la nada. Y con esa lapidaria sentencia paso a retirarme, pues ya estoy muy encaboronado... Un señor que pasaba por la calle alzó la vista y vio un insólito espectáculo: una mujer colgaba sobre el vacío; se asía desesperada-mente al barandal de un balcón del tercer piso mientras un hombre le golpeaba inmisericordemente las manos con un martillo para hacerla caer. Le grita furioso el transeúnte al individuo. "¿Qué haces, canalla maldecido? ¡Deja a esa pobre mujer!". Responde el individuo gritando también: "¡Es mi suegra!". Entonces el de abajo grita: "¡Ya suelta ese barandal, vieja obstinada!"... Decía una señora: "Desde que mi marido y yo dormimos en cuartos separados nuestra vida sexual ha mejorado". "¿De veras?" -se interesa una amiga. "Sí -confirma la señora-. Su cuarto está en la Ciudad de México, y el mío en Cuernavaca"... En el departamento de cosméticos un hombre le dice a la vendedora: "Quiero regalarle a mi novia una crema corporal". Pregunta la mujer: "¿De que clase la quiere?". Responde el individuo: "¿Qué sabores tiene?"... FIN.
