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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Vespasiano, emperador de Roma, fue ávido recaudador de impuestos. Si se compara a los actuales resultaría morigerado, claro, y aun benévolo, pero en su tiempo cargó a la población de las provincias con tributos onerosos y pesadísimas gabelas. A los propios romanos hizo objeto de su voracidad: impuso un cobro por el uso de los excusados públicos, que antes podían utilizarse sin pagar más que el obligado censo a la naturaleza. Los habitantes de Roma se vengaron de él imponiendo su nombre a las letrinas, que desde entonces fueron llamadas "vespasianas". A Tito, hijo de Vespasiano, le pareció que tan indigno cobro atentaba contra la majestad imperatoria, y un día, en el momento en que su padre recibía el talego de las monedas cobradas por aquel concepto, le reprochó a su padre la procedencia de la recaudación. Tal dinero era infame, le dijo, pues provenía del uso de los excusados. Vespasiano abrió la bolsa, oliscó el dinero y luego manifestó: "Non olet". No huele. Pues bien: infortunada fue la declaración de don Ramón Godínez, obispo de Aguascalientes, cuando expresó la piadosa idea según la cual el dinero procedente del narcotráfico "se purifica" en el momento en que es entregado como limosna a la Iglesia. Habría que considerar el monto de la limosna, precisaría un cínico, tomando en cuenta que ese dinero está manchado por la sangre, y porque proviene de la violencia, el crimen organizado y el vicio. Su fuente, dicho de otra manera, es la pérdida de todos los valores en que se finca la dignidad humana. Nada puede purificar ese dinero, entonces, sino la purificación de quienes lo detentan. El problema estriba en que si ellos se purifican ya no podrán seguir dando limosnas, de modo que es preferible purificar únicamente el dinero, y que sigan impuros aquellos que lo dan. Porque ¿de qué te sirve ganar tu alma si pierdes el mundo? Desde luego es absurda, y peca de torpeza, o de necia maniobra de politiquería, la denuncia que un tal Fulano perredista dice que hará contra el prelado por el delito de lavado de dinero. Ésa es supina estupidez, y flaco servicio hace el dicho señor a su partido al exponerse así al ridículo. Como quiera los jerarcas religiosos han de tener más cuidado en sus declaraciones. Sabemos que las limosnas de los ?narcos? suelen ser generosas, pues por la pobre educación religiosa que recibieron esos delincuentes piensan que dar dinero a los padrecitos puede atenuar la gravedad de sus crímenes, protegerlos del mal y salvarlos de ir al infierno. Pero quienes reciben tales donativos deben andarse con tiento, pues aceptar ese dinero es una forma de aquiescencia con la conducta delictuosa, y puede configurar algún delito, como el encubrimiento. En el caso concreto de lo declarado por don Ramón Godínez, quizá Su Excelencia debió invocar al santo de su nombre, a quien la gente de antes, en informal jaculatoria, le pedía el don precioso de la discreción: "San Ramón, ponme un tapón"... El padre Arsilio confesaba a la señorita Peripalda, encargada del catecismo. "Dime, hija -le pregunta-. ¿Te perturban los malos pensamientos?". "No, padre -responde ella-. Más bien me entretienen"... He aquí una definición: "Genio: El socio de un club nudista que recuerda las caras de las chicas"... La mamá de Pepito le revisaba la tarea de artitmética. "¡Mira nomás qué mal! -lo reprende-. Tres más cuatro ¿seis? ¡Hijito, ni siquiera sabes contar!". "Cuento mejor que mi papá" -la reta el muchachillo. Le pregunta muy extrañada la señora: "¿Por qué dices que cuentas mejor que tu papá?". Explica Pepito: "El otro día oí a la criada comentarles a sus amigas que mi papá nunca pasa de dos". (No le entendí)... FIN.

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