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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Para entretener a sus invitados el señor y la señora organizaron un juego: el que dijera la mentira más grande se llevaría el premio. Dice uno de los invitados: "-El otro día estaba yo con una señora cuando llegó el marido y me disparó con su pistola. Oí el silbido de la bala dos veces: una cuando la bala me pasó, y otra cuando yo pasé a la bala". Todos aplaudieron aquella mentira formidable; seguramente se llevaría el premio. El marido se vuelve hacia su esposa y le pregunta: "-¿Qué mentira más grande que ésa puedo yo decir?". Le aconseja la señora: ". Ve por el niño, abrázalo y dile: -¡Hijo mío!"... Fornicio se fue a confesar: "-Padre -dice al sacerdote-, me acuso de haber fornicado con una mujer", "-Faltaste al sexto mandamiento" -lo amonesta el confesor-. "-Es cierto -reconoce Fornicio-. Eso me pareció mejor que simplemente desearla. De cualquier modo hubiera faltado al noveno"... En tiempos de la Rusia comunista un delegado del partido le preguntó al mujik Popov, habitante de una aldea: "Si tuvieras dos millones de rublos ¿le darías uno al Partido?". "Desde luego que sí, camarada" -respondió Popov. "Y si tuvieras dos tractores ¿le darías uno al Partido?". "Por supuesto, camarada". "Y si tuvieras dos vacas ¿le darías una al Partido?". "Eso no, camarada". "¿Por qué no?". "Porque dos vacas sí tengo". La antigua historietilla me sirve para decir que yo no creo en eso de "la distribución de la riqueza". Lo que sí me convence es la creación de la riqueza. Creadla, y eso que llamáis distribución se dará por añadidura, y por sí sola, sin necesidad de distribuidores. Para que haya creación de riqueza es necesaria, como primera condición, la libertad. Libertad individual y libertad de mercado. Los mercados cautivos, como los hombres cautivos, no pueden desarrollar todas sus potencialidades. Más libertad y menos estatismo es una fórmula segura para la creación de la riqueza y su correspondiente distribución entre todos los miembros de la sociedad. Lo digo porque las sombras del intervencionismo estatal suelen acompañar a los gobiernos llamados de izquierda, que con tanta suspicacia ven la acción individual. Y por ahí se oyen pasos. Nadie diga que no señalé virilmente -toda proporción guardada- ese peligro... El señor llega de madrugada a su casa, oliendo sospechosamente a perfume barato. Ante la inquisidora mirada de su mujer comienza a desvestirse para meterse a la cama. Se quita el saco, se quita el chaleco, se quita la camisa. "-¡Oye! -dice la mujer-. ¿Y la camiseta?". El tipo se palpa el pecho y luego exclama consternado: "-¡Dios mío! ¡Me robaron!"... El señor cura llama a la oveja negra de su parroquia, que era un tipo desobligado, calavera, ocioso y vago. "-Oye, hijo -le dice-. ¿Por qué, no te casas?". "-¿Para qué, padre?" -dice el tipo-. "-Bueno, -dice el señor cura-. así tendrías quién te cuidara, quién te diera todo lo que necesitas". "-Tengo todo lo que necesito y quien me cuide -dice el tipo-. Vivo con dos hermanas". "-Bueno -contesta el sacerdote con una suave sonrisa-. Tú bien sabes que tus hermanas no pueden darte todo lo que una esposa da". ".¿Y quién dijo que son mis hermanas?" -dice el tipo-.... La robusta señora se está pesando. Y le pregunta a su marido: "-¿Quién dijo ah caón? ¿Tú o la báscula?"... FIN.

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