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De Política y Cosas Peores

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Doña Falcidia era mujer infiel. Con frecuencia faltaba a la promesa que hizo a su esposo al pie del ara. Digo con frecuencia porque traicionaba esa fe todos los días, con excepción del domingo, que reservaba para hacer las compras. Don Astulio, que así se llamaba el mitrado cónyuge de la liviana fémina, algo se sospechaba de los trastruecos de la pecatriz, pero callaba, pues no tenía la prueba fehaciente de sus desvaneos, y prefería seguir con la duda antes que cambiar por amarga verdad su incertidumbre. Un día, sin embargo, la vio subir a un auto en compañía de un sujeto. "Temo lo peor" -se dijo. Y la siguió. La pareja entró en un motel de los de pago por evento. "¡Recelo algo muy malo! -exclamó en su interior el lacerado. Se asomó por la cerradura de la habitación, y pudo ver cómo su esposa y el amasio empezaban a desvestirse. "¡Esto no va por buen camino! -pensó con inquietud creciente. Entraron en el lecho los lúbricos amantes. "¡Mis recelos están por confirmarse!" -se angustió el esposo. En eso la mujer apagó la luz del cuarto y todo quedó en la oscuridad. Y grita don Astulio con desesperación al tiempo que se mesaba los cabellos y levantaba la mirada al cielo: "¡Ah, la duda! ¡Siempre la maldita duda!"... He recordado esa tradicional historia a propósito de la renuncia que presentó Santiago Levy a su cargo de director del IMSS. Es tradicional que en el texto de una renuncia se haga mención, siquiera sea con mentira, medias palabras o fórmulas manidas, de la causa que originó la dimisión: "Por razones de índole personal..."Debido a problemas de salud...". "Para no perturbar el equilibrio del Universo...". En este caso, sin embargo, el señor Levy nos dejó en la duda, pues no adujo ningún motivo para justificar su salida del Seguro, pese a que lo abandonó en un momento crítico para la institución. En su texto habló pro domo sua, es decir en abono de su labor al frente del IMSS, y puso en él frases de cortesía al presidente, pero a quienes le pagamos su salario durante todos estos años nos dejó in albis, en blanco, en lo que se refiere a las razones -o sinrazones- que lo movieron a dejar el barco en el momento más álgido de la tormenta. No dudo que lo haya hecho por dignidad, por no estar en acuerdo con la política de patraseo que se volvió ya principal característica de la administración foxista, o para no autorizar con su presencia y firma ninguna ilegalidad o transacción que ponga en riesgo la futura estabilidad del Instituto, pero su falta de claridad al renunciar puede autorizar especulaciones desfavorables a él. Entiendo que hay un deber de lealtad al Presidente, y que cumplirlo es meritorio, pero también hay una lealtad hacia sí mismo, y el bien de la comunidad demandaba que se expusieran con verdad las causas que motivaron una renuncia así, que impactó un organismo tan importante en la vida nacional como el Seguro. En su escrito Levy menciona como uno de sus logros haber conseguido "Fortalecer la transparencia y rendición de cuentas". Paradójicamente, ninguna transparencia hubo en su renuncia, ni en ella rindió cuentas del acto final de su gestión. Pero, en fin, México es todavía el país de las medias palabras. Debería llamarse Mex, a secas... Llegó un individuo a una casa de mala nota y le dijo a la encargada: "Quiero hacer el amor como lo hago con mi esposa". Pregunta recelosa la mujer: "¿Cómo hace el amor con su esposa?". Responde el tipo: "Gratis"... Le confiesa una señora a su marido: "Tengo relaciones con un amigo tuyo". Pregunta con ansiedad el tipo: "Y ¿te va a llevar con él?". Responde la señora: "No". Entonces grita el esposo con enojo: "¡Ah, mal amigo!"... FIN.

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