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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Nadie se percató de esto, pero hace algunos días la Tierra estuvo a punto de ser invadida por marcianos. El Imperio de Marte había decidido ya hacer la invasión, a fin de ocupar nuestro planeta y dominarlo, pero antes envió un grupo de exploradores a averiguar la posible resistencia que opondrían sus habitantes, pues los terrícolas eran seres desconocidos para ellos. Por un pelito nos libramos de esa invasión funesta. Sucedió, afortunadamente, que el platillo volador en que venía esa avanzada aterrizó cerca de una gasolinera. De él descendieron los exploradores, y ocultos tras unos arbustos estuvieron observando un buen rato la operación de las bombas de la gasolina. Luego regresaron presurosos a su nave y levantaron el vuelo. Inmediatamente enviaron a su centro de mando este reporte: "No aconsejamos invadir la Tierra. Mejor vayamos a otro planeta. Los terrícolas parecen ser muy fuertes, y demasiado poderosos. Lo deducimos del hecho de que tienen la ésta muy larga, tanto que cuando acaban de hacer pipí se la cuelgan de la oreja"... Libidio era hombre proclive a las concupiscencias, especialmente al placer de la lujuria. Pensaba que las cuatro letras de la palabra "amor" son vana teoría si no conducen a las cuatro letras de la palabra "cama". Su esposa, harta de sus desvíos y devaneos, se divorció de él. (Tomad ejemplo en esto, maridos tarambanas, y si no podéis ser castos procurad al menos ser cautos). El abogado de la señora llamó a Libidio y le anunció: "Cada fin de semana podrá usted ver a sus niños". Pregunta con ansiedad el tal Libidio: "Y a la niñera ¿cuándo?"... El siguiente relato sucedió en tiempos muy pretéritos. Estaban conversando un judío, un católico y un mormón. Dice el judío, con orgullo: "Tengo cuatro hijos. Uno más y tendré una quinteta de basquetbol". Declara el católico, más orgulloso aún: "Tengo ocho hijos. Uno más y tendré una novena de beisbol". Sin jactancia en la voz tercia el mormón: "Tengo 17 esposas. Una más y tendré un campo de golf". (No le entendí. Usé la frase "en tiempos muy pretéritos" porque ahora no se usa que las parejas tengan ocho hijos, y casi ni siquiera cuatro, pero sobre todo porque el mormonismo ya no incluye entre sus prácticas la poligamia, y es en nuestra época una de las iglesias que más énfasis pone en los valores del matrimonio y la familia)... Ejercer la función sexual sin propósitos reproductivos es una de las cosas que mayormente distingue al hombre de los animales. Por eso aquel señor casado recurría al uso del condón, pues ni él ni su esposa querían ya más hijos. Cierta noche sintieron el natural deseo de la carne, y se dispusieron a hacer el amor, pero al marido se le había agotado su provisión de preservativos. Salió a comprar uno, y se halló con que ninguna de las farmacias cercanas los tenía en existencia. Acertó a pasar por una tienda que tenía un letrero: "Sex shop". Entró y le preguntó al encargado si tenía condones. "Y en gran surtido, caballero -responde el individuo-. Los tenemos con escamitas, con picos, con púas, con ganchos, con globitos...". Pregunta el señor: "¿No tiene de los naturalitos?". "No, señor -responde con desdén el encargado-. Esos los puede usted hallar en las farmacias. Aquí vendemos únicamente condones que excitan la sensualidad". "Está bien -se resigna el señor-. Deme uno con escamitas". Pidió ése porque le pareció el que más se acercaba a la normalidad. Pasaron diez años. Un día el hijito del señor le pregunta: "Papi: ¿por qué a veces me salen escamitas en la cara y el cuerpo?". "Anda, caón -le responde el señor mohíno y enojado-. Date de santos de que no te salen picos, púas, ganchos o globitos"... FIN.

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