Los adivinos ganan más dinero diciendo lo que va a suceder que los historiadores diciendo lo que ya ha sucedido. No quiero dármelas de augur, pero recojo el sentimiento nacional y digo que Roberto Madrazo me recuerda el título de una película que dirigió Tim Robbins y en la que actuó su compañera sentimental, Susan Sarandon. Esa película se llama "Dead man walking". Esa frase, que significa algo así como "Hombre muerto caminando", se usa en los penales de Estados Unidos para anunciar que un condenado a muerte va a salir de su celda. Por todas partes del país anda el dirigente priista en su campaña tendiente a conseguir la nominación presidencial de su partido. Esa campaña es tan innecesaria como aquellas que hacían los candidatos del PRI en los no tan lejanos tiempos de su dominación. El señor What?s-his-name, el otro supuesto aspirante, es un bulto que sólo sirve para dar apariencia de contienda a ese burdo proceso en que todo está amañado por Madrazo en favor de sí mismo. Pero Madrazo es "Dead man walking", hombre muerto caminando, pues aun los mismos priistas auguran su derrota, a causa del tremendo desprestigio que carga el tabasqueño y por las malquerencias que se ha concitado en el propio seno de su organización. Ciertamente en el PRI nada ha cambiado: ya estamos viendo el patético espectáculo de "la cargada". Por otra parte ese partido es el único que tiene una estructura firme y eficaz que puede ponerse al servicio de quien sea. Madrazo, sin embargo, es el peor candidato que los priistas pudieron escoger. Comparado con López Obrador era Madrazo el menor de dos males. Ahora, sin embargo, hay una opción valiosa con el surgimiento de Felipe Calderón, cuyas posibilidades de llegar a la Presidencia van creciendo mientras bajan las de ambos tabasqueños. Desde luego en los pantanosos terrenos de la política cualquier profecía puede hundirse. En todo caso una muy segura es que la próxima elección presidencial será muy interesante, si bien con amenazas de borrasca antes, durante y después del proceso electoral... Columnista: esa última frase tuya me provocó un espasmo agitante -también llamado convulsivo- que me sacudió la región del píloro y me la dejó arruinada. Debes narrar ahora algunos cuentecillos para sedar la explicable inquietud que tus palabras deben haber causado en la nación entera... La merienda semanal del Club de Damas transcurría con la aburrida calma acostumbrada cuando una señora declaró de pronto: "Desde hace varios años mi marido sólo practica el sexo oral". En medio del abisal silencio que causó aquella súbita manifestación una de las presentes acertó a preguntar: "¿Por qué?". Y explica la señora: "Lo único que hace es hablar de él"... El bla bla de la fiesta aburría a lord Stumblebum, de modo que se dedicó al glu glu. Ya inebriado se levantó y expuso a voz en cuello esta drástica opinión: "¡La mitad de las mujeres que están aquí son pirujas!". En la sala se hallaba lord Liesalot, caballero de mucha pompa y circunstancia. Al escuchar aquello se levantó indignado y encaró al borracho: "¡Le exijo que se desdiga de sus palabras". "Está bien -cede el beodo-. La mitad de las mujeres que están aquí no son pirujas"... En Krakatoa empezó a humear el volcán, y se escucharon sordos ruidos subterráneos. "Los dioses están enojados" -dictaminó el sacerdote de la tribu. Preguntó uno de los isleños: "¿Cómo podemos aplacar su ira?". Responde el sacerdote: "La única manera es sacrificando a una virgen". Se miraron entre sí los habitantes de la isla y uno de ellos expresó por lo bajo la opinión de todos: "Caón, tendremos que acostumbrarnos a la humareda y los tronidos"... FIN.
