El Señor se preocupó al ver a Adán: el hombre miraba con extraña mirada a una linda y tierna gacelita. "Caramba -se dijo el Creador con inquietud-. Tendré que darme prisa en sacarle la costilla"... El juez le pregunta a la acusada: "Antes de que el jurado se retire a deliberar ¿tiene usted algo que decir a los señores que lo integran?". "Sí -responde la curvilínea fémina cruzando las bien torneadas piernas-. El número de mi teléfono"... Don Algón poseía sutiles métodos de seducción. Invitó a cenar a una linda chica. Cuando se sentaron ella observó que su maduro acompañante sobresalía mucho de la mesa. "Qué alto es usted, don Algón" -le dice. "No soy tan alto, linda -responde con una sonrisa el salaz ejecutivo-. Lo que pasa es que llevo la cartera en el bolsillo trasero del pantalón, y estoy sentado sobre ella". (Como dice la canción: "Tengo el pelo completamente blanco, pero voy a sacar juventud de mi... cartera")... Don Languidio tenía vacas en su granja, y un compadre suyo era dueño de un toro semental. Cierto día se lo pidió prestado. Cuando llegó el compadre con el toro no estaba don Languidio, y entonces le dice a su señora: "Para que el toro funcione bien, comadre, antes de llevarlo con la vaca dele una papilla hecha de avena, sorgo y mijo disueltos en agua, leche y miel". Así hizo la comadre, y el toro dio muestras de amatorio vigor desorbitado. Pasaron unos meses, y un día los dos granjeros se encontraron. Le comenta el compadre a don Languidio: "Lo veo muy gordo, compadrito". "Sí -responde don Languidio-. Le digo a mi mujer que no me está haciendo bien esa papilla que me da todas las noches, hecha de avena, sorgo y mijo disueltos en agua, leche y miel"... Cuando Carlos Abascal fue designado secretario de Gobernación se le vino el mundo encima. Su catolicismo -extremado en opinión de algunos extremistas- fue citado como culpa, y sus pasadas relaciones con la ultraderecha fueron recordadas por algunos críticos de la ultraizquierda. Al paso de los meses, sin embargo, el funcionario mostró capacidad y tino en el desempeño de su cargo al frente de esa secretaría, tan averiada después de la borrascosa gestión de su antecesor, el señor Creel, que al volverse juez y parte se enredó manos y pies. Sin estridencias, pero con efectividad, Abascal ha cumplido su función, y lo ha hecho con solvencia en la difícil coyuntura que le tocó, el final de la administración foxista. Ha probado ser hábil concertador: hay quienes ven en la reciente aprobación del presupuesto federal, antes motivo de zacapelas y espejo de ineptitudes, un fruto de su capacidad negociadora. Acotación al margen: no conozco personalmente al señor Abascal, y he hablado con él sólo por teléfono, una vez, cuando a su paso por mi ciudad, Saltillo -todavía era secretario del Trabajo- tuvo la amabilidad de llamarme para decirme que es uno de mis cuatro lectores. Mi comentario, por tanto, es desinteresado, y está sujeto a las variantes que puedan derivar de la etapa más difícil en la tarea del secretario de Gobernación: el proceso electoral del 2006. Aunque la organización y vigilancia de las elecciones ya no corresponde -afortunadamente- al Gobierno, esa será la prueba de fuego para Abascal, pues le tocará, junto con el Presidente Fox, mostrar la imparcialidad del régimen en el difícil asunto de la sucesión presidencial... Nalgarina Pompinú era una vedette de profuso nalgatorio. Cierto día hablaban acerca de ella dos coristas. Le dice una a la otra: "Ésa ha de usar tangas espiritistas". "¿Por qué?" -pregunta la corista sin entender. Explica la otra: "Es que cree que tiene unas pompas del otro mundo"... FIN.