Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam -aunque interinamente- de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, dice que yo tengo la culpa de todos sus ajes o achaques de salud. Afirma que mis cuentos subidos de color la soflaman de tal modo que vive en un estado de postración constante. Me atribuye la patemia permanente que la aflige y que a últimas fechas se le ha manifestado en una caquidrosis -sudoración mefítica- de tal manera hedienta que la obligó a recluirse en sus habitaciones, alejada de toda sociedad. Lejos de mí la temeraria idea de sugerir que todos esos males derivan de la edad de tan ilustre dama, pero me importa al menos defenderme de sus acusaciones. Mi tarea, señora Tridua, está fincada en el ejercicio de la libertad, y la libertad -nunca me cansaré de repetirlo- debe ser libre. En uso de tal derecho contaré hoy el cuento titulado "Óneiros", o sea "Sueño" en griego. Si de la lectura de ese relato, que reconozco sicalíptico, deriva un nuevo arrechucho para usted, señora de toda mi consideración, tal no será mi culpa, sino de la libertad... Cantó la palinodia el señor Chávez. Pensó quizá: "No soy río; p'atrás me vuelvo", y se desdijo de lo dicho como suelen hacer los fanfarrones cuando advierten los daños que de sus demasías pueden derivar. Un cómico sombrerito que ni el más indigente mariachi se atrevería a llevar, cinco canciones cantadas con gran ahorro de afinación y un discurso papaveráceo de dos horas fueron menester para que ese discípulo de Castro pusiera moderación en sus baladronadas y levantara bandera blanca en petición de paz. Desde luego el mal saldo de las salidas de tono en que Chávez incurrió no ha de cargarse a los venezolanos, con quienes nos unen vínculos de afecto y amistad, sino a ese pésimo gobernante violador de la ley, conculcador de las libertades de su pueblo y resucitador de ideologías nocivas y anacrónicas. Parece inexplicable ese súbito retroceso en un hombre que no sabe pensar y que se mueve por instintos elementales que excluyen todo raciocinio. Me pregunto si acaso la relación de algunos izquierdistas mexicanos con el régimen chavista no habrá influído en su cambio de conducta, ante el temor de que los excesos del dictador, y su conocida relación con el PRD y con su candidato a la Presidencia de la República, pudieran afectar las posibilidades de López Obrador de llegar al poder. No olvidemos que diputados perredistas fueron al aeropuerto de la Ciudad de México a despedir con aplausos al embajador de Venezuela cuando éste tuvo que dejar nuestro país tras de que su patrón injurió con torpeza al Presidente mexicano. Aunque AMLO quiera poner distancia entre él y estas infortunadas manifestaciones de sus copartidarios lo cierto es que hay lazos ideológicos y políticos que unen a Chávez y Castro con un importante sector que apoya a López Obrador. El daño está causado, sin embargo, y los efectos de este incidente lamentable impactarán a esos izquierdistas que piensan más en alianzas internacionales favorecedoras de su caduca ideología que en el bien de su país... Viene ahora el cuento que arriba se anunció: "Óneiros". Las personas con escrúpulos de pudicicia harían bien en suspender aquí mismo la lectura... Tres viajantes de comercio se vieron obligados a compartir la misma cama en una habitación de hotel. A la mañana siguiente dice el que tomó la orilla derecha de la cama: "Toda la noche estuve soñando que alguien me jalaba una y otra vez la parte correspondiente a la entrepierna". "Extraña cosa -comenta muy intrigado el que se acostó del lado izquierdo-. Yo tuve exactamente el mismo sueño". Y dice el que se acostó en el centro: "No acotumbro tener esos indignos sueños lúbricos. Yo soñé que andaba esquiando en la nieve"... FIN.
