Quienes viajamos a Monterrey por la carretera de Saltillo llegamos primero a Santa Catarina, antigua población, y modernísima, y somos recibidos ahí por dos hermosos monumentos. Uno es la puerta a través de la cual parece que se entra a la industriosa población; otra es una bella estatua de Santa Catalina, o Catarina, cuyo patronato da nombre a la ciudad. El escultor hizo la imagen de la santa en metal, materia muy idónea en una urbe industrial. Representó a la doncella con el rostro levemente inclinado, igual que de paloma herida. Sostiene con una mano la palma del martirio y con la otra la ferrada rueda de garfios agudísimos que iba a ser el instrumento de su muerte. A sus pies está el tajo con la espada que finalmente la decapitó. He de saber el nombre de ese artista para ponerlo aquí, pues ha dado a Monterrey obras que aumentan su belleza, como ésta, que igual agrada a los ojos del cuerpo y los del alma. Su estatua tiene la reciedumbre, los ángulos y el aliento de eternidad que tienen las montañas regias, magnífico telón de fondo para la estatua y la ciudad. Hoy es el día de Santa Catalina, o Catarina, cuyo nombre aprendimos en la canción de nuestra infancia. Los laboriosos habitantes de su comunidad celebrarán la fecha con los festejos que son tradicionales, pero además la alcaldesa, Irma Adriana Garza Villarreal, irá con ellos en una caminata que ojalá se vuelva también tradicional, pues -renglón aparte del tema religioso- tiende a fortalecer los vínculos de los nuevos habitantes de Santa Catarina con las raíces de su lugar de origen o de residencia. Si antes quería yo a esta ciudad nuevoleonesa y a sus habitantes ahora los quiero más por el hermoso símbolo que han puesto para darnos la bienvenida si llegamos y despedirnos luego en la partida... Le confía una señora a su vecina: "Al hacer el amor mi marido termina demasiado pronto". Responde la vecina: "Ni tanto"... Un hombre estaba con tres bellísimas mujeres en la playa de una isla en los Mares del Sur. La rubia lo abanicaba con una hoja de palmera, la morena le daba de beber agua de coco con ginebra y la pelirroja le ponía en la boca uvas glaseadas y cerezas con chocolate. Dice el tipo: "Esto es demasiado bello para ser verdad. Por favor, pellízquenme para darme cuenta de que no estoy soñando". Las chicas lo pellizcan. El tipo estaba soñando, y se despierta al lado de su esposa, que roncaba a su lado con sus eternos rulos en la cabeza y en la cara su eterna máscara de crema. (Zonzo, mejor hubiera seguido soñando a ver qué sucedía luego)... La enfermera le informa al médico: "Doctor: el paciente tiene el pulso muy alto. ¿Qué hago?". Responde el facultativo: "Abróchese los botones de arriba de la blusa y no se le acerque tanto"... Don Cornilio llegó a su casa y encontró a su mujer con un desconocido: "¿Qué significa esto?" -pregunta hecho una furia. "Ay, Cornilio -replica ella con enojo-. Yo aquí, tan ocupada, y tú vienes con cuestiones sicológicas"... John Wayne, actor de películas de cowboys y guerra, cayó en manos de los Pies Negros, salvajes pieles rojas (con excepción, como ya se dijo de los pies, que los tenían negros, de ahí el nombre de la tribu). Ataron los indios al famoso vaquero-soldado en un palo, y abajo le pusieron leña para quemarlo. Se acerca el jefe con una tea encendida, pero antes de arrimarla a los maderos se acuerda de algo. Le dice al prisionero: "Hey, John: ¿quieres que antes de quemarte te cantemos el himno nacional?"... El señor se queja con la señora: "La gente de la colonia me dice indejo". Replica, indiferente, la mujer: "Y a mí qué". "A ti te dicen -uta" -le informa él... FIN.