El gerente de producción de la fábrica de condones le mostraba las instalaciones a un visitante. El invitado se sorprendió al ver que el último operario en la línea de producción les hacía a los preservativos un agujerito con un alfiler. "¿Por qué hace eso?" -le pregunta al gerente. Explica el funcionario: "Es que también tenemos una fábrica de biberones"... Voy a narrar ahora el cuento que más ha desconcertado a doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam (aunque interinamente) de la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Leyó el relato la ilustre encargada de velar por la moral pública y no supo si prohibirlo o no. Tal fue su confusión que sufrió un raro caso de inflamación eritematosa, obliterante, metastásica y esclorosante que su médico de cabecera tuvo que tratarle con colirio de cuprargol al 1.5 por ciento. He aquí el relato que provocó tal accidente a la señora Tridua... Una norteamericana fue a vivir con su esposo en un pequeño pueblo mexicano. La mujer no hablaba ni una palabra de español. Fue al mercado a comprar pollo, y le señaló uno al carnicero. El hombre le preguntó, también por señas, qué pieza quería del pollo. Ella se levantó las faldas y le mostró los muslos. El tipo le dio los muslos del pollo. Al día siguiente la mujer fue a comprar pollo otra vez. Se descubrió el busto, y el carnicero, hombre de gran inteligencia y perspicacia, le dio la pechuga del pollo. Sucedió, sin embargo, que cierto día la norteamericana quiso comprar salchichas. No las tenía el carnicero, y la compradora, por más esfuerzos que hizo no pudo hacerse entender del individuo. Se le ocurrió una idea, entonces, y fue a traer a su esposo. (En este punto del relato doña Tebaida Tridua sacó la gruesa y grande pluma de tinta roja que usa para censurar los textos vitandos. Sin embargo llevó adelante la lectura, y leyó entonces lo que sigue). El carnicero entendió con ayuda del esposo que la señora quería comprar salchichas. Y es que el norteamericano sí hablaba español... (En este punto doña Tebaida sufrió aquel episodio inflamatorio, pues no supo si prohibir el cuento o no)... Los populistas presentan una rara parajoda, que es cosa más fuerte que una simple paradoja. Los caudillos del populismo se proclaman de izquierda; se dicen herederos de las doctrinas de Marx y Engels (¿habrá quién se acuerde todavía de estos señores?), y sin embargo muestran un desconocimiento supino de la economía, y aun la desdeñan como si no existiera, pese a que sus padres intelectuales ponían en los hechos económicos la fuerza que mueve al mundo, incluido El Moquetito, Tamaulipas. La globalización, por ejemplo, es un fenómeno económico principal entre los de nuestro tiempo, pero los populistas se oponen a él, que es lo mismo que oponerse a las cataratas del Niágara. Desde luego no es cierto que López Obrador sea el Chávez mexicano: Chávez es el López Obrador venezolano. El demagogo de Venezuela quiere hacer de su país una ínsula, igual que Castro, su mentor y guía, ha hecho con Cuba. Pero los hechos son muy tercos, y se encargan de nalguear una y otra vez a quienes se empeñan en negarlos. El maniqueo López Obrador ha dado la espalda a los empresarios, que son quienes crean empleos y generan riqueza. Al hacer eso da la espalda a un factor importante de la economía. Cuando la realidad le muestre su equivocación AMLO dirá que los hechos -igual que los encuestadores- han urdido un "compló" en contra suya... Y ahora un chascarrillo final... Noche de bodas. Le dice ella a él: "Eres un pésimo amante". Él se defiende: "¿Cómo puedes decir eso después de sólo 30 segundos?"... FIN.