Babalucas, el hombre más tonto del condado, tuvo un antecesor en Francia, el marqués de Babeluque. Igual que muchos nobles, fue condenado a muerte en los terribles días de la Revolución Francesa. Fue llevado a la guillotina en una carreta junto con el abate Morve y el conde Paltoquet. El primero en subir al cadalso fue el abate. Le pregunta el verdugo: "¿Cómo quieres que te guillotine, cura? ¿Viendo hacia el suelo o viendo hacia el cielo?". Responde el abate: "Voy hacia mi Señor. Quiero morir de cara al cielo". Así lo pone en la guillotina el ejecutor del pueblo. Cae la hoja y se detiene a unos milímetros del cuello del abate. El mecanismo se había atorado. Grita la multitud embravecida y fiera: "¡Se ha salvado! ¡Dejadlo libre!". Ahí mismo el tribunal del pueblo dejó al abate en libertad. Siguió el turno del conde Paltoquet. "¿Cómo quieres morir, burgués? -le pregunta el verdugo-. ¿Viendo hacia arriba o hacia abajo?". "Del polvo vengo y al polvo volveré -replica el conde-. Quiero morir entonces viendo hacia la madre tierra". Así lo pone en la guillotina el ejecutor. Acciona la guillotina y otra vez falla la máquina de muerte: la hoja se detiene nuevamente. "¡Dejad que vaya libre! -prorrumpe la muchedumbre a una voz-. ¡Se ha salvado también!". Al instante el tribunal de pueblo decreta la libertad del conde. Sube al cadalso el marqués de Babeluque. Le pregunta el ejecutor: "¿Cómo quieres morir, reaccionario? ¿Viendo hacia arriba o hacia abajo?". Responde con orgullo y dignidad el marqués de Babeluque: "Antes de hacerme esa pregunta, bellaco malandrín, primero arregla tu inútil artefacto"... Viene ahora un cuento denostoso seguido de una fútil reflexión... Un científico le dice al periodista que lo entrevistaba: "Para nuestras pruebas de laboratorio estamos usando políticos". "¿Políticos? -se sorprende el entrevistador-. Entiendo que para las pruebas de laboratorio se usan ratas". "Antes las usábamos -replica el científico-. El problema es que con las ratas te encariñas"... El cuento, en efecto, es agraviador, y ha de aplicarse sólo a los malos políticos, a esos cuyo apetito de poder los lleva a incurrir en toda suerte de acciones indebidas, y aun ilícitas. El proceso de elección presidencial nos está mostrando ya lo peor de la política al estilo mexicano con esas alianzas en las cuales no hay sombra alguna de ideología, sino burdo mercado de intereses, negocio sucio en procura de poder. Partidos como el falsamente llamado "Ecologista" son empresas de lucro para sus detentadores. Existen sólo merced a la viciada legislación electoral que padecemos, hecha en beneficio de los partidos y en ofensa del pueblo pobre mexicano, cuyos impuestos -fruto de su trabajo diario- sirven para mantener a una casta cada vez más parasitaria y más inútil, plagada de especímenes que son ejemplo de lo más deleznable que hay en la naturaleza humana. Durante mucho tiempo los mexicanos tuvimos que luchar para liberarnos de un solo partido: el PRI. Tendremos que luchar ahora para liberarnos de toda esa mala ralea de falsos partidos que nada aportan al bien de la Nación y en cambio pesan onerosamente sobre la economía de los mexicanos... El ebrio le pregunta al transeúnte: "¿Me dice por favor en dónde estoy?". Le informa el hombre: "En la esquina de la 42 con...". "¡Detalles no! -lo interrumpe con angustia el beodo-. ¿En qué ciudad?"... Doña Frigidia tenía la mala costumbre de ver la tele mientras su esposo le hacía el amor. Le pide él, suplicante: "¡Mujer, al menos muévete algo!". Dice ella con enojo: "¿No puedes esperar a los comerciales?"... FIN.