Un hombre tenía un feroz perro mastín que a cada paso mordía gente. Alguien le recomendó que lo hiciera castrar por un veterinario: con eso se acabaría el problema. Sacó la cita, pues, el individuo, y llevó al bravo can a que el facultativo lo "arreglara", que así se dice cuando se desarregla a un animal. Poco antes de llegar al consultorio, sin embargo, el fiero mastín se soltó de la traílla y a todo correr fue hacia un señor que iba por la calle, con evidente intención de morderlo. El asustado transeúnte apenas tuvo tiempo de trepar en un árbol que venturosamente estaba ahí. Llegó el dueño del perro, presuroso, y muy apenado se disculpó con el peatón. "Perdone usted, señor -le dijo-. Precisamente llevo al perro con el veterinario para que le quite los 'éstos' y ya no muerda a nadie". Replica el señor con rencoroso acento: "Dígale al veterinario que no le quite los éstos, que le quite los colmillos. Claramente vi que el desgraciado perro no venía a follarme"... Hace unos días puse aquí una "Oda al tequila". Calamo currente la escribí, a vuelapluma, como escribe siempre quien lo hace para esas hojas volanderas, los periódicos. Además la pergeñé como un simple divertimento, y obviamente sin pretensión literaria de ninguna especie: lejos de mí la temeraria idea de competir con estimados colegas a los que admiro tanto, como Homero, Virgilio, Dante y Shakespeare. Pero he aquí que esos versillos juguetones nacieron con buena estrella. De muchas y muy variadas partes he recibido misivas -se oye mejor "misivas" que "correos electrónicos"- en que se me pide autorización para reproducir la oda ("Está bien que hagas versos, pero no odas") y difundirla. Claro que otorgo esa autorización, y lo hago en pleno uso de mis facultades -al menos de la cintura para arriba-, con la sola condición de que se cite el nombre del autor y el del periódico de donde el texto fue tomado. Uno de los mensajes que mayor alegría me causó fue el de la Alianza de Productores de Agave Azul de la Península de Yucatán. Sonoro nombre el de esta asociación, y más el de su presidente, el ingeniero Gotthold Beutelspacher. Me dicen esos buenos amigos: "Con mucho agrado leímos su poema dedicado al tequila, y queremos pedirle nos permita transcribirlo de 'El Diario de Yucatán' para entregarlo a los integrantes de nuestra organización. Estas tierras yucatecas, que deben su gloria al Agave 'Sisalana', fuente del henequén, 'el oro verde', el año pasado empezamos a sembrarlas de Agave Tequilana Weber. Tenemos la ilusión de pintar ahora de azul toda la península de Yucatán...". Un noble empeño es ese, ciertamente. Ojalá lo corone el éxito, y yo lo vea. Y lo beba también, pues todo lo que sale de Yucatán es de suprema calidad, sea canción o verso, hamaca o guayabera, cerveza o miel, y entonces el tequila yucateco traerá seguramente el alma de esa tierra de tradición y señorío. Diosito bueno me deje vida suficiente para brindar alguna vez con la recia bebida que darán esos agaves plantados con tanta visión de futuro y tanto amor por los laboriosos agaveros yucatecos... "Papi: ¿por qué vamos empujando el coche hacia ese precipicio?". "Habla más bajo, niño. La mamá de tu mamá está dormida en el asiento de atrás; no la vayas a despertar"... Doña Macalota, nueva rica, se indignó cuando la cocinera le sirvió lengua de res. "¿Cómo se atreve usted -le dijo con enojo- a darme esta bazofia? ¿Pretende acaso que coma yo algo salido de la boca de un animal?". "Bueno, señora -razona la cocinera-. Hoy en la mañana desayunó usted huevos y no me dijo nada"... FIN.