Es mejor ser gordito que dé risa y no flaco que dé lástima. Don Abdomio hizo suyo ese sabio apotegma de mi compadre Chuy de León, vecino de Arteaga, Coahuila, y le dijo a cierta parte de su cuerpo: "Nos vemos en primavera, linda, si Dios quiere". Así diciendo dejó que la panza le creciera hasta estorbarle la vista de la región sureña de su anatomía. Quiero decir que gozó sin reserva ni vanos tiquismiquis de conciencia la sabrosa gastronomía navideña. Comió los ricos tamales de su tierra, de dulce, de chile y de manteca; disfrutó los inconsútiles buñuelos que se deshacen en la boca y dejan sólo el gusto etéreo de su canela en polvo y de su espolvoreo de azúcar; se sirvió doble ración del pavo estilo Rockwell, e igual hizo con el sápido bacalao y los cardenalicios romeritos. En tratándose de las bebidas, cuando le preguntaron: "¿De cuál te sirvo?", respondió incontinenti: "De la que haya más". Bien hizo don Abdomio en seguir la docta enseñanza de la santa abulense: "Cuando Cristo, Cristo; y cuando pisto, pisto". Bendito sea el Señor, que tantas cosas hizo para sus creaturas. ¿Que esto del buen comer cobra después su precio? Sí, pero a final de cuentas más vale un año de chiles rellenos que dos de atole blanco. Le creció, pues, la barriga a don Abdomio. No se afrentaba de ella, sin embargo, antes bien la lucía muy orondo como prueba de su buena ventura, y si algún latoso de los que nunca faltan le hacía notar la rotundidad de su panza respondía: "No es panza: es callo sexual", y explicaba que le había salido a consecuencia de tanto frotar el vientre propio con otros de mujer, ajenos. Así se libraba de los importunos. Pues bien: un día el ventripotente don Abdomio iba por la calle, y se cruzó con dos señoras. Comentó una con voz que don Abdomio pudo oír: "¡Qué panza! Si estuviera en una mujer es porque estaba embarazada". Le dijo don Abdomio: "Estuvo, señora. Y está". Viene a cuento este pequeño cuento porque cuando se planteó lo relativo al voto de los mexicanos en el extranjero yo me atreví a augurar, por más que no me gusta hacer funciones de profeta, que establecer tal voto sería meterse en un berenjenal. Hice el tal vaticinio y se cumplió. Ahora los senadores, con muy buen sentido, se disponen a revisar ese planteamiento, habida cuenta del alto costo que representa recabar cada voto y del escaso interés que los emigrantes han mostrado en votar. Y es que los más de ellos se encuentran en Estados Unidos en condición de ilegales, y temen que los trámites que hacen para ejercer el voto puedan servir después para que los detecten las autoridades migratorias norteamericanas y los expulsen del país. Mejor es por lo tanto dar marcha atrás a esa propuesta cuya aplicación costaría mucho y serviría muy poco... Preparo ya la publicación de "El Chiste más Pelado del Año". Saldrá el último día de este mes. ¡No se lo pierdan mis cuatro lectores!... Abraham e Isaac pasaron junto a un templo cristiano y vieron un letrero: "Pagaremos 100 dólares al que se convierta a nuestra fe". Declara Abraham: "Voy a entrar. 100 dólares son 100 dólares". Entra, en efecto, y sale a poco. "¿Te convertiste?" -le pregunta Isaac. "Sí -responde Abraham-. El ministro me sumergió en una bañera, y así quedé bautizado". Inquiere Isaac: "¿Y te dieron los 100 dólares?". "¡Carajo! -exclama Abraham-. ¿Nada más en dinero piensan ustedes?"... Dulcilí, muchacha ingenua, sale de la consulta con el ginecólogo y le informa a su mamá: "Dice el doctor que tengo un embarazo sicológico". Pregunta la señora: "¿Qué es eso de ?embarazo sicológico??". Explica Dulcilí: "Parece que un sicólogo me embarazó"... FIN.