Un hombre llegó a la cantina del barrio y le pidió al cantinero una botella de tequila. Se la dio el de la taberna, y vio asombrado cómo el hombre la apuraba, completa, a grandes tragos. Se enjuga los labios el sujeto y luego dice: “Deme ahora media botella de tequila”. Se la dio el cantinero, y el extraño sujeto bebió también todo el contenido. “Ahora -demandó el tipo con voz ya un poco tartajosa- dame un cuarto de botella de tequila”. El tabernero le alargó un cuarto de botella de tequila, y el tipo bebió otra vez sin dejar nada. “Ahora -pide farfullando- dame un octavo de botella de tequila”. Bebió igualmente el octavo de botella, y en seguida, con palabras que no se entendían casi ya, le pidió al cantinero: “Ahora dame una copa de tequila”. Bebió la copa aquella. A continuación solicitó media copa, y se la tomó también. Lo mismo hizo con el cuarto de copa de tequila que ordenó después. Y ya iba a pedir un octavo de copa de tequila cuando el cantinero, sin poderse contener, le dice al extravagante personaje: “Oiga, señor: me parece muy rara su manera de beber”. Responde con farfallosa voz el temulento: “A mí también me parece muy rara. ¡Mientras menos tomo más cuete me pongo!”... Hago del conocimiento de mis cuatro lectores que he iniciado trámites ante la Pía Sociedad de Sociedades Pías, agrupación encargada de velar por las buenas costumbres -todavía quedan dos o tres-, a fin de obtener la licencia necesaria para publicar aquí “El Chiste más Rojo en lo que Va del Año”. Esperemos que dicha autorización sea otorgada. Sufrirá la decencia, ciertamente, pero se habrá ganado un nuevo espacio para la libertad, que ya no tiene lugar a dónde hacerse... Yo también quisiera ver a Cuauhtémoc Cárdenas en la boleta de la elección presidencial. Si algún partido lo postula no estaremos en presencia de un empecinamiento estéril, sino de una actitud digna que se niega a entregar la bandera de una auténtica izquierda militante a las mesnadas del arribismo y la cargada. Una candidatura así, aun simbólica, es reivindicación de ideas y de ideales frente a quienes, al percibir el olor de la victoria, y en alas del más burdo pragmatismo, hacen traición a los principios y a la propia historia personal. ¿Por qué yo no soy principio ni propia historia personal? Porque luego me hacen traición, y eso se siente muy feo... La NASA envió un cohete a Júpiter, y puso un ratón en la nave a fin de conocer las reacciones de un organismo vivo ante un viaje de tal manera prolongado. Cuando el roedor volvió a la Tierra los demás ratones del laboratorio le preguntaron acerca de su experiencia. “Se siente de la jodida -contestó el ratonito-, pero es mejor eso a que te inoculen algún chingao virus”... El torero hizo un hondo, profundo pase natural. La plaza entera gritó: “¡Ole!”. Luego el toro levantó por los aires al torero. Y en los toriles y el corral se escuchó: “¡Ole!”... Decía un majadero individuo: “Mi esposa y mi computadora se parecen: ninguna de las dos posee un verdadero cerebro, pero ¡ah qué memoria tienen!”... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, presentaba síntomas de nerviosismo, irritabilidad y depresión. Buscó la ayuda de un siquiatra. Después de interrogarla le dice éste: “Creo que su problema, señorita, se debe a la sinusitis”. “Pero, doctor -se extraña la señorita Sinpitier-. En la nariz no siento nada”. “No me refiero a esa sinusitis -responde el analista-. Hablo de la falta de uso”... La novel actricita participó en una audición para ganar un papel en cierta película de categoría B. Después de ver la desastrosa prueba le dice el productor: “Se necesitaría un acto de filantropía, linda, para darte ese papel”. “Lo que me suponía -suspira la damisela-. ¿Mi departamento o el suyo?”... FIN.