Dos diputados perredistas, Emiliano Ramos y Rafael Quintana, viajaron a Venezuela como invitados especiales de Hugo Chávez. Éste se jactó de tener amistad con Cuauhtémoc Cárdenas, lo cual, en caso de ser cierto, no habla muy bien del tino del ingeniero para escoger a algunos de sus amigos. En el programa de radio con el cual les echa a perder el domingo a los venezolanos, Chávez preguntó a los visitantes mexicanos si querían decir algo: "Pues, comandante -respondió Quintana-, que coincidimos mucho con los programas que se vienen planteando en Venezuela. Buscaremos los espacios que tenemos para impulsarlos, el asunto de la vivienda, la educación, la salud". Y añadió: "Lo que hace (usted) aquí quisiéramos que se realizara en México". Palabras de tanto servilismo no cuadran en boca de alguien que habla desde su condición de miembro del poder legislativo mexicano. La verdad es que -con el mayor respeto al pueblo venezolano- no es México el que debe imitar a Venezuela; es este país el que debe seguir el ejemplo mexicano, que optó por la vía democrática y sin golpes de estado, sin atentar contra el orden jurídico o las instituciones, superó una larga historia de autoritarismo, mal en el cual se debaten ahora los venezolanos. Por desgracia un vasto sector del PRD no cree en la democracia -esa invención burguesa-, ni está dispuesto a asumir sus métodos y sus resultados. Algunos perredistas quieren un país donde la única ley sea su voluntad y el único orden su capricho. Eso se ha visto en la Ciudad de México, primero con las ilegalidades de López Obrador y ahora con Encinas en el caso del litigio por los terrenos que ocupa en forma irregular la cooperativa de la fábrica de refrescos "Pascual". Por encima de la decisión del máximo órgano judicial se imponen las burdas trapacerías de los detentadores del poder, dispuestos a recurrir aun a la violencia para impedir el dictado de la ley. Si López Obrador llega a la Presidencia nuestro país retrocederá a los tiempos de la dominación priista, sólo que esta nueva dominación sería aún más nociva y más difícil de acabar. Chávez quiere formar un "eje" -¡vaya término totalitarista que escogió!- del cual México sería parte. Para eso cuenta con la buena disposición del PRD y de su candidato. Pero nuestra alianza no debe ser con el populismo, la demagogia y el autoritarismo caudillista; debe ser con la democracia, el orden jurídico y la libertad... Y ahora contaré un par de inanes chascarrillos que me quiten el encaboronamiento... La ancianita tenía muchos años sin manejar. Un día insistió en tomar el volante del coche de su nieta, y lo condujo a la perfección. Le dice muy admirada la muchacha: "¡Qué bien manejas, abuelita! ¡Y eso que tenías mucho tiempo sin hacerlo!". "Hija -responde la viejita-. Conducir es como follar: nunca se olvida"... Un neoyorquino viajó a Houston, y en el bar del hotel conoció a un texano alto, de poderosa espalda y fuertes puños. Le dice el visitante a su reciente amigo: "Siempre he oído hablar de las famosas fiestas texanas. ¡Cómo me gustaría asistir a una!". "Casualmente yo doy una fiesta en mi casa hoy por la noche -responde el texano-. Si quieres puedes asistir". "¡Caramba, muchas gracias! -exclama el neoyorquino. Dice el otro: "Debo advertirte algo, sin embargo: en esas fiestas se bebe mucho". "Me imagino" -sonríe el forastero. "Y a veces se consume algo de droga". "No me extraña". "Y siempre hay sexo". "¡Por supuesto!". "También debo decirte -concluye el texano- que generalmente al final de estas fiestas hay una pelea". "No me importa" -declara el visitante. Ya en el automóvil que los llevaba a la casa del texano pregunta el neoyorquino. "Y dime: ¿cuántos vamos a estar en la fiesta?". Contesta el musculoso texano echándole un brazo sobre el hombro: "Nada más tú y yo"... FIN.