En este sentido, la reacción generalizada es de inconformidad, resentimiento y temor hacia el futuro, porque no es posible vivir en un mundo tan inequitativo e injusto, donde minorías (o peor aún, unas cuantas familias) han despojado a las mayorías de sus recursos naturales, humanos, financieros, energéticos, tecnológicos, alimentarios y de paso destrozado culturas nacionales, apoderándose de los medios de comunicación globales.
Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en un fenómeno político, pues su popularidad y aceptación van en aumento vertiginoso, no obstante las críticas vertidas sobre su personalidad, identificándola como autoritaria, primitiva y populista (por citar algunos adjetivos), e incluso la difusión reciente de que usa trajes y un reloj muy costosos, sin olvidar los comentarios de sus malas calificaciones en la universidad. A pesar de todo ello, Andrés Manuel se posiciona como el probable ganador de la próxima contienda presidencial.
Su comportamiento al interior del PRD también ha sido inexplicable para muchos, pues dicen que le arrebató ese partido a Cuauhtémoc Cárdenas, quien fuera su principal padrino y protector. Además, ha enfrentado a todos los poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y a todos los ha derrotado, convirtiéndose así en el ?indestructible López?, frase que causó hilaridad en la opinión pública cuando el tabasqueño la pronunció por primera vez, pero ahora no deja de sorprender. También en su papel del ?inculpado López?, denostado por las fuerzas panistas y priistas, con el apoyo involuntario del presidente Fox, quien durante los primeros años de su Gobierno fue jefe de campaña de su esposa Marta Sahagún y muy a su pesar se transformó en la práctica en el primer promotor de la campaña de AMLO. Gracias a ello, hoy hasta el New York Times le dedica planas enteras, cuando hace pocos meses era desconocido para los medios internacionales.
¿Cómo explicar este tránsito de indestructible a inculpado y viceversa? ¿Cuál fue el proceso ocurrido en la sociedad mexicana que, frente a todos los pronósticos parece apoyar (cuando menos por ahora, o tal vez sólo en volátiles encuestas, como dicen los pícaros) la candidatura del controvertido perredista? La respuesta tiene que ver con la ausencia de liderazgos, ya que desde hace muchos años México no había tenido un personaje que ofreciera por lo menos un ?rayo de esperanza?, un dirigente con valor, un proyecto que se opusiera al neoliberalismo que, después de 20 años de ser impuesto por las cúpulas financieras, ha fracasado rotundamente, ya que nunca se había padecido tanta pobreza, desempleo y desesperanza como la que hoy azota no sólo a países pobres, sino aun a los más desarrollados (aunque la brecha entre los que todo tienen y los que carecen de todo es inmensa).
En este sentido, la reacción generalizada es de inconformidad, resentimiento y temor hacia el futuro, porque no es posible vivir en un mundo tan inequitativo e injusto, donde minorías (o peor aún, unas cuantas familias) han despojado a las mayorías de sus recursos naturales, humanos, financieros, energéticos, tecnológicos, alimentarios y de paso destrozado culturas nacionales, apoderándose de los medios de comunicación globales.
En fin, ante esta debacle, AMLO plantea una nueva visión para los más necesitados, les da aliento y esperanza en el futuro. Por eso y por los enormes errores de sus adversarios políticos que militan en el PAN y en el PRI, su figura ha destacado en el firmamento nacional, aun cuando paradójicamente tiene dentro del PRD a otro destacado luchador, Cuauhtémoc Cárdenas, quien ha confirmado su participación no sólo en el proceso electoral interno, sino con un proyecto de nación que quiere debatir o comparar con la propuesta ya presentada por López Obrador. Veremos.
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