En días pasados fuimos testigos los mexicanos de algo común en nuestros gobernantes: enaltecer las obras y dar difusión ilimitada a éstas. Saludar con dinero ajeno es siempre una bonanza, más si se trata de quedar bien con la comunidad extranjera, aunque en casa no haya qué llevarse a la boca. Fox y su gabinete olvidan unas sentencias bíblicas, la primera dice -“Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, cuando de un bien se trate”. Otra y la más común dice: “No vayas con trompetas y panderos pregonando tus limosnas.” A nuestro presidente sólo le faltó romper una botella de champagne en la proa del Usumacinta o el Zapoteco cuando zarparon cargados de ayuda rumbo a los países asiáticos del sismo y maremoto, el llamado tsunami.
Es verdad en estos momentos hay que estar con nuestros hermanos orientales y asiáticos por el fatal cataclismo acontecido y tanto Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia y sobre todo Bangladesh, donde parece que desde hace décadas Díos se olvidó de ese sufrido país.
Es más, para recontrarreafirmar nuestro nivel de antiparras y afrentosos algunos por ahí tuvieron la luminosa idea de lanzar una convocatoria para juntar lana y construir una colonia en uno de los países donde sucedió el tsunami, esta colonia llevará el nombre de “México”, hasta comentaristas de televisión y radio mandamos para ver cómo sufren los marinos de nuestra Armada y decirnos cuál será el menú de la tripulación en el Usumacinta y el Zapoteco de equis día, los narcisistas colectivos en todo su esplendor que se complacen en señalar lo especiales que somos los mexicanos y la singularidad del sistema político nacional ¿cómo la ven?
Y es cuando muchos mexicanos nos preguntamos, ¿para qué ir tan lejos? si aquí en nuestro país y no por agua ni por aire, fácil y sin mapa se llega a donde hay millones de miserables paradójicamente y eufemísticamente causados por un cataclismo más grande que el tsunami asiático y es una ola de dimensiones gigantescas que se llama corrupción y otra del mismo tamaño conocida como inoperancia y si estas gigantescas olas no son suficientes le podemos agregar la indolencia, oleaje que es continuo y permanente manejado por unos mequetrefes que se llaman políticos.
Todas las comunidades indígenas sin excepción viven en extrema pobreza ¡qué digo pobreza! ¡miseria! son los últimos de los últimos en cualquier servicio y más allá de que digan que son zonas rurales de difícil acceso y las vías de comunicación sean inaccesibles, lo que ese pretexto es una vil mentira, porque ahí llegan los narcos y el Ejército también combatiendo el cultivo de enervantes sobre todo en la sierra, sea de Durango, Chihuahua, Guerreo, etcétera.
Xóchitl Gálvez (que por cierto confieso que de todo el gabinete foxista es la única que como protagonista me cae bien) en muchos foros ha denunciado la pobreza en que viven millones de hermanos indígenas y parece que los legisladores y el mismo presidente Fox son sordos, mudos y ciegos y sólo les gusta en el plano internacional saludar con sombrero ajeno, coloquialmente -ser una tenue luz en casa ajena, mientras en la suya ni cerillos tienen-.
Es nuestra idiosincrasia -pensarán algunos-, ¿pero por qué sólo ese temperamento lo demuestran nuestros gobernantes en otros lugares?
Existen muchas incoherencias al respecto cuando nuestro Gobierno brinda ayuda al exterior y con respecto a la ayuda a desastres en el interior del país, por ejemplo en Villita de Fuentes, Piedras Negras, Coahuila, les pasó el año pasado una crecida del río (un tsunamito) y se llevó cientos de casas y se perdieron vidas, niños entre otros aún desaparecidos, sucede que el Fonden algo así como la ayuda de recursos para desastres naturales, nunca llegó y esto tiene un motivo, para declarar una zona de desastre en nuestro país deben pasar unos meses, mientras se estudia el caso, se ven y calculan los daños, etcétera.
Así y de ese tamaño están las cosas, en Tijuana con los deslaves de hace casi un mes aún el Fonden no responde, de ese tamaño están nuestras autoridades enanas cuando se trata del interior del país.
La verdad es que los ciudadanos comunes, los que no tenemos acceso a las instituciones burocráticas y al servicio público sólo nos queda morder el coraje y tragarnos la impotencia al ver cómo desde Sonora hasta Yucatán pasando por Chiapas nuestros hermanos indígenas son excluidos de todos los servicios, los talladores de ixtle y los cortadores de candelilla en el desierto de Coahuila y otros estados viviendo en chozas disfrazadas de cuevas o cuevas que parecen chozas.
¿Esos desprotegidos del sistema señor presidente de la República Mexicana Vicente Fox Quesada hasta cuándo les mandará algunos vagones o tráileres de ayuda?
Quiero retomar las palabras de Daniel Cosío Villegas convertida en sentencia: “Los pueblos tienen los gobiernos que merecen”.
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