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Democracia-regla

Agustín Llamas Mandoza

Han pasado más de cuatro años después de la primera alternancia de partido político en el Poder Ejecutivo desde 1929, y cada vez nos encontramos más cerca de entrar en los tiempos políticos supeditados a la elección presidencial de 2006.

La experiencia que como país hemos vivido durante estos años, hace pensar a muchos que el cambio político y la llegada de un periodo más democrático y competitivo que el anterior, han servido de poco o nada para la mejora de nuestro país y de cada uno de sus ciudadanos. Incluso, estas expresiones llegan al grado de mencionar que a México le iba mejor en el “viejo sistema” autoritario y proteccionista, que ahora con el “nuevo sistema” que busca consolidarse en la democracia.

Sin embargo, los problemas que hemos vivido para consolidar la democracia de un modo rápido y con paso firme, no se limitan únicamente a la llegada de nuevos actores y fuerzas políticas ni al abandono paulatino de prácticas autoritarias y poco transparentes, como las del pasado. El verdadero meollo del asunto se encuentra en el cambio de las leyes, reglamentos, prácticas y costumbres que norman y rigen nuestra vida cotidiana; esto es lo que varios académicos llaman las instituciones -o reglas del juego- formales e informales que operan en una sociedad.

La importancia de estas “reglas del juego” radica en que sirven como un primer referente que incentiva o desmotiva determinadas actuaciones en políticos, empresarios y demás ciudadanos. Esta dinámica implica que “teóricamente” se premiará o castigará a aquellos que en una sociedad decidan seguir o contraponerse a estas reglas.

Si está visión -teórica, pero que en la práctica puede marcar un camino diferente al actual- la aplicamos a la vida política, económica y social de México, podemos concluir que en el plano económico se han dado cambios que permiten una mayor competencia y oportunidades para las empresas; en el ámbito social hoy contamos con mayor libertad de expresión y de tolerancia hacia distintos grupos minoritarios. Sin embargo, en la esfera política, estas reglas formales e informales son las que verdaderamente poco han cambiado, dificultando más el verdadero cambio que muchos mexicanos han buscado.

Lo que esto quiere decirnos, no es que los tiempos de antes -donde la apertura económica y social era nula- fueran mejores y que debamos apostar a un futuro similar. Lo que en realidad quiere decirnos es que el país requiere de ciudadanos responsables que participen en la política, con el objetivo de crear nuevas instituciones o reglas del juego, que vayan de acuerdo con los cambios económicos y sociales, y que no se limiten tan sólo a un cambio de discurso.

Gran parte de la responsabilidad de este proceso se encuentra en las manos de los ciudadanos comunes, pues si consideramos este cambio tan importante para nuestra vida individual y colectiva, será una incongruencia seguir dejándola en manos de aquellos grupos que históricamente han respondido a los incentivos de sus grupos de poder. (el autor es Director del Entorno Político y Social del IPADE).

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