La Selección Mexicana de futbol ha calificado al Mundial de Alemania; este titular debería llenar de gozo y satisfacción a los aficionados a un deporte que convoca multitudes, sin embargo, no ha sido así. México enfrentó la eliminatoria más fácil de la historia y el hecho de obtener el boleto no refleja más que el cumplimiento cabal de una obligación, por demás asumida por La Volpe desde que anunció que calificaría caminando.
El Tri arrolló a un débil e inocente equipo panameño en el Estadio Azteca haciendo valer su jerarquía y el peso específico de sus jugadores, aunque el festejo careció de la emoción del triunfo sudado y sufrido.
Ahora, bueno sería pensar en qué es lo conveniente para la Selección cuando falta menos de un año para iniciar la justa mundialista en la que se pretende llegar, por lo menos, a cuartos de final.
Con la ratificación de Alberto de la Torre en la silla presidencial de la Femexfut y el espaldarazo a Ricardo La Volpe en el timón nacional por parte de los dueños del circo, el ambiente debe relajarse, distenderse y hacer más llevadero el trabajo en el seno de la representación mexicana.
Por supuesto que hay circunstancias que se deberán cuidar a fin de no volver con la burra al trigo enrareciendo la atmósfera que rodea a los involucrados en el Tri.
La Federación debe planear con toda anticipación qué hará con una Selección calificada con mucha antelación y cuánto apoyo en realidad recibirá de los clubes para una eventual concentración.
La Volpe deberá mesurar sus intervenciones o, de ser posible, hacerlas mediante un vocero, pues sabido es que la mayoría de sus problemas los genera su estilo lenguaraz e imprudente.
Hugo Sánchez, a quien los dueños no compraron el argumento del cambio, deberá esperar su turno para saltar la cuerda. No me cabe duda que el pentapichichi llegará a la cabina de mando de la Selección, pero en lo que eso sucede, como mexicano y gente de futbol debe sumarse al objetivo general, por lo menos con su silencio.
Los medios de comunicación no deben abandonar su postura crítica, confundiendo apoyo con incondicionalidad; una prensa comprometida con la verdad es lo que al final el público agradece. Sólo pedimos llamar al pan, pan y al vino, vino. El público mexicano debe exigir que su Selección le dé las satisfacciones que merece y que tanto tiempo le ha escatimado.
Los descalabros son muchos más que las victorias y ahora hasta el ridículo mote de ?gigante? de área está en discusión por los ?soplamocos? que les pone Estados Unidos.
La Selección no es de la Federación ni de los dueños ni de las televisoras; es de ese nutrido grupo de mexicanas y mexicanos en nuestro país y allende las fronteras, de todas las edades, que sufren y lloran y se ilusionan viendo jugar a México.
Por ellos, debemos todos los involucrados en el tema de la camiseta verde sumar esfuerzos para que el carro vaya en una sola dirección. La deuda se va haciendo grande y Alemania 2006 sería un buen momento para pagarla, aunque por ahora se haya tenido una calificación desairada.
