Buenos Aires, (EFE).- La tecnología nuclear se ha trasladado en Argentina al arte, con el desarrollo de un singular sistema de conservación que impide que los insectos arrasen con cuadros, esculturas y hasta instrumentos musicales.
Se trata de un método ideado por investigadores argentinos e inédito en Sudamérica que consiste en aplicar bajas dosis de radiaciones de cobalto sobre las obras de arte para eliminar los ataques de los insectos u otros seres.
Ya ha sido aplicado a colecciones del Museo Saavedra de Buenos Aires, el más visitado de la ciudad, a instrumentos del porteño Teatro Colón, y hasta a un histórico Cristo traído desde España en el siglo XVII.
También ha llegado a Nueva York, donde especialistas del Instituto Pratt, dedicados a la química del arte, comenzaron a irradiar pigmentos de diversos frescos para evitar que sean dañados por los insectos.
"Estas aplicaciones no afectan el material tratado y se logran buenos resultados en poco tiempo, sin riesgos ni acción residual, sin producir contaminación y con bajos costos", indica un informe hecho por los investigadores, que trabajan en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El estudio también aclara que "no hay posibilidades de transformar al producto irradiado (con dosis de cobalto) en un objeto radiactivo" y subraya que "no humedece las texturas de las obras u otros materiales".
Para aplicar este método, también usado para desinfectar juguetes, se coloca al objeto dentro de un recinto blindado de irradiación.
"Es un método muy atractivo porque el papel o material de las obras no se afecta por el tratamiento. Sólo ataca a los seres vivos, sin perjudicar la pintura", explicó a EFE el presidente de la Asociación Argentina de Galerías de Arte, Alvaro Castagnino.
Castagnino señaló que este mecanismo se diferencia del tradicional método de conservación en el que se usaban ácidos, ya que "en estos casos, la obra suele deteriorarse".
Una vez aplicadas de forma creciente, las radiaciones producen daños en los sistemas musculares, digestivos, genitales, nerviosos y hormonales de los insectos hasta causar su muerte.
"Los resultados que obtuvimos con este método fueron excelentes: los seres vivos murieron e, incluso, no han vuelto a aparecer otros", afirmó Enrique Luco, jefe del Departamento Técnico del Museo Saavedra, que posee objetos y obras referentes a toda la historia de Buenos Aires.
Luco puntualizó que esta iniciativa "no genera ningún tipo de consecuencias, como a veces ocurre con los químicos" que se aplican para proteger obras artísticas.
En el caso del museo porteño, el sistema fue puesto en marcha sobre grandes piezas atacadas por carcomas, como un sillón antiguo de principios del siglo XIX y otras colecciones que son conservadas desde hace más de un centenar de 100 años.
"Sirve para la preservación del patrimonio cultural. Coopera con la apertura a la dimensión del arte y la cultura", destacó Luco al referirse a la denominada "Radio-desinfestación de bienes culturales y religiosos".
Entre los insectos que pueden dañar a las obras u objetos se encuentran la llamada "polilla de la ropa", los grillos, las cucarachas, los "pececillos de plata", moscas, hormigas y termitas, entre otros.