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Desdramatizar el aborto

Juan de la Borbolla

Vuelve a la palestra de la opinión pública el tema de la famosa píldora del día siguiente, cuyos promotores se han dedicado a gritar audaz y ruidosamente que no es en una píldora abortiva, utilizando una costosísima campaña propagandística plagada de medias verdades, que no por ello logran conjuntar una sola verdad objetiva.

Esta píldora que inhibe la implantación del óvulo ya fecundado y por ello es abortiva, ubica en el rubro “Planificación Familiar” de la Secretaría de Salud al envase con dos comprimidos de 750 miligramos de Levonorgestrel o LNG, “que la mujer puede consumir en las horas siguientes a una relación sexual no protegida”, según explica el comunicado del Consejo de Salubridad General de la Secretaría, quien dio el paso no sólo para comercializar esta píldora, sino también para incluirla en el Cuadro Básico de Medicamentos, con lo cual su existencia deberá ser obligatoria en cualquier centro de asistencia médica, pudiéndose ofrecer en muchos casos gratuitamente, según viene siendo costumbre para el caso de otros contraceptivos asimismo incluidos en el famoso listado de la SS.

Ya en otros artículos publicados en estas mismas páginas desde hace muchos años hemos hablado acerca de los riesgos implícitos de esa famosa píldora abortiva RU 486.

Hemos dicho que por ejemplo en Alemania y Francia países de donde fueron originarios los laboratorios Roussel Uclaf, el medicamento no ha podido ser expendido con la liberalidad con la que se hace en México, simplemente por los riesgos que conlleva y que exigen que la paciente que ingiere dichas píldoras tenga que estar en estrecho contacto médico por los efectos secundarios que puede producir y que durante muchos años tuviera que firmar en la compra de ese producto un documento que liberaba de responsabilidad a los citados laboratorios.

Posteriormente en otros artículos hicimos ver cómo uno de los grandes objetivos de la gestión presidencial de William Clinton en Estados Unidos fue precisamente conseguir que la autoridad correspondiente decretara que el RU 486 era otro anticonceptivo más, sin mayores problemas para el consumidor pero que la agencia que se encarga de otorgar el aval científico a medicamentos y otros productos alimenticios, se resistió por cuando menos cuatro años a dicha presión presidencial.

Volvemos a reiterar que estas insistencias de quienes quieren imponer a como dé lugar la píldora abortiva del “día siguiente” se debe primeramente al pingüe negocio que conlleva ésta y otras medidas anticonceptivas o abortivas.

Además de ello, su propagación es parte importante de la campaña para reducir a como dé lugar el crecimiento poblacional.

Pero aunado a ello la RU 486 es promotora de una forma de aborto que supone la reducción de muchos de esos efectos psicológicos y de conciencia que atormentan por mucho tiempo a las mujeres que los consuman, entre otras cosas al tenerse que someter a todos esos procedimientos clínicos que se dan en una clínica abortiva, antes y después de extracción criminal perpetrada.

Por ello esta píldora trata de ser presentada si acaso microabortiva y al poder consumirla directamente intenta desdramatizar el aborto.

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