Lágrimas, cantos y oraciones por el Santo Padre en el funeral simbólico celebrado en Catedral
Llenos de tristeza, con lágrimas en los ojos, miles de los fieles de la Iglesia Católica de Durango se dieron cita en la Catedral Basílica Menor; el motivo: un funeral simbólico de Juan Pablo II. Las campanas en repique por tan solemne ocasión, pues también se celebra el 300 aniversario de fundación del Seminario Conciliar.
Con una procesión que recorrió varias de las principales calles del Centro Histórico de esta ciudad, inició la misa de celebración en memoria del legado que dejó el Santo Padre. Personas que llenaban las salas laterales de la Catedral, con globos blancos y amarillos, ensayaban los cantos y porras para la celebración.
Las campanas al momento de dar las 12 en punto no dejaron de sonar hasta que dio inicio la celebración litúrgica; a la entrada de la procesión la gente aplaudía y soltaba los globos, al mismo tiempo que lanzaba porras de júbilo al saber que el Santo Padre ha llegado con el Creador.
El coro del Seminario, que entonaba cantos en latín, daba el toque de majestuosidad, pues sin utilizar el órgano retumbaban sus voces en las cúpulas de Catedral.
Unos de los sacerdotes leyó una carta enviada por el secretario general del Vaticano, Ángelo Sodano, en donde aún con vida, Su Santidad Juan Pablo II saluda cordialmente al Arzobispo Héctor González Martínez y alumnos del Seminario; además, por la vida sacerdotal que el Seminario de Durango ha dado a lo largo de 300 años.
Asimismo, la carta daba cuenta que el Papa oraba para que el centro (Seminario) ?sea cada vez más una prioridad en donde el Señor forja a los nuevos sacerdotes y así para la nueva evangelización llevar la eucaristía y buscar el camino de la reconciliación?.
La carta de felicitación fue enviada por Ángelo Sodano, secretario del Estado Vaticano, y quien se hace cargo, provisionalmente, de los asuntos de la Iglesia Católica. Al término de la lectura se escuchó un aplauso que se prolongó hasta escuchar las porras.
De allí se dio inicio a la lectura de la palabra, que fue cantada por el coro del Seminario; imponían y daban realce a la celebración.
Para este acontecimiento se tenía programada la visita de Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, quien tendría a su cargo el mensaje de la homilía; por ello, también uno de los sacerdotes que participaban en la consagración dio lectura a la carta que enviara Rivera Carrera, en donde expresaba la situación por la que pasa la Iglesia con la pérdida del Papa, además de recordar cómo se hizo él sacerdote, en el Seminario.
Gran cantidad de gente no alcanzó lugar y se quedó parada por más de dos horas, ya que la homilía duró aproximadamente 50 minutos.
Después vino la intervención del Arzobispo Héctor González Martínez quien señaló que la pérdida de Juan Pablo II era sólo de tipo carnal, pues espiritualmente perduraría su legado, dando así calma a las personas que aún no se reponen de la muerte del Pontífice y que con lágrimas en los ojos estuvieron atentas y participando en la ceremonia.
Recordó el Arzobispo que los fieles católicos deben estar felices porque ?Juan Pablo II se encuentra en comunión con la Santísima Trinidad, pues la vida terrenal sólo es el paso a la vida eterna con el Redentor?.
Aun así permanecían los rostros de tristeza de los duranguenses, que con fe y devoción acudieron al llamado de la Iglesia duranguense para rendirle al Papa un último tributo desde esta ciudad que recordaba su visita el 9 de mayo del 1990.
Hubo momentos en que no se lograba escuchar la voz del sacerdote participante en la aucaristía ya que en el exterior de Catedral, decenas de vehículos que pasaban por el lugar, al llegar ante la puerta principal del histórico edificio, hacían sonar en forma insistente el claxon, uniéndose de esta manera a la conmemoración.
El momento cumbre de la celebración llegó con el canto de comunión que provocó que más gente llorara por el Sumo Pontífice, pues al coro de ?yo lo resucitaré, en el día final? la gente lo interpretó a voz en cuello, fuerte, tal vez para convencerse de que Juan Pablo II no ha muerto.
La celebración de la misa terminó a las 13:00 horas, llevando una ofrenda floral hasta la estatua que se encuentra en el atrio de Catedral, en donde desde que se supo de la muerte del Vicario de Cristo los católicos del estado han dejado ofrendas florales y veladoras, convirtiendo esa efigie en un improvisado altar.
El Arzobispo González Martínez convocó a los fieles que se encontraban custodiando la estatua a que cantaran ?Amigo?, canción con la que México recibió al Sumo Pontífice en su primera visita en 1981.
Llevaron así las ofrendas florales, una corona de flores blancas y amarillas por parte de la Arquidiócesis y una más por las autoridades civiles que se encontraban presentes, mientras los feligreses, con lágrimas en los ojos continuaban con su melodía... ?Tú eres hermano del alma realmente un amigo...?.
DURANGO LO RECUERDA
Devoción, recuerdos, lágrimas, todo se confunció entre los asistentes a esta ceremonia; la mayor pqarte de los asistentes dejaron volar la imaginación a aquel mes de mayo de 1990 cuando Juan Pablo II visitó Durango y así lo dieron a conocer en un sondeo realizado por el Siglo de Durango al término de la celebración, la feligresía católica aún seguía con los rezos y con los cantos con mariachi, recordaba el instante y los momentos de su visita a Durango.
La señora María Rosa Mercado, de 62 años, no dejaba de llorar ante la imagen del Papa, pues comentó que al verlo en su visita a Durango sintió ?una felicidad inexplicable; lloro porque ya no está con nosotros?, enfatizó.
Socorro Fernández, de 44 años, sintió ?una gran emoción, pues parece que se ve a Dios?; ella se decía consternada por la pérdida, y agregó que rezó durante todo el tiempo que el Papa estuvo enfermo.
Niños, jóvenes, adultos y ancianos mostraban rostros con llanto, coreaban cantos y porras a la imagen de Juan Pablo II, y así recordaron el legado que dejó el Pontífice a la humanidad.
