El presidente Bush, se comprometió a disipar las dudas surgidas por las acusaciones de Sgrena de que se podría haber tratado de un acto premeditado.
Roma, (EFE).- Italia despidió hoy con un funeral de Estado al agente Nicola Calipari, que dio la vida por la periodista Giuliana Sgrena, tras negociar su liberación en Irak, al protegerla con su cuerpo de los disparos efectuados por soldados de EU.
Los principales cargos de la República, con el presidente, Carlo Azeglio Ciampi, a la cabeza, asistieron a la solemne ceremonia, celebrada en la basílica romana de Santa María de los Ángeles y retransmitida en directo por diversos canales de televisión.
Con el gesto grave de las grandes celebraciones, ocuparon las primeras filas el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el titular de Exteriores, Gianfranco Fini, que comparecerán esta semana por separado en el Parlamento para dar cuenta de lo sucedido.
En un lugar destacado de la basílica se situó la esposa de Calipari, Rosa, consolada en todo momento por sus hijos de 19 y 14 años, y el compañero sentimental de Giuliana Sgrena, Pier Scolari.
Al igual que millones de italianos, Sgrena siguió el funeral por televisión desde su habitación en el hospital militar del Celio, donde se recupera de las heridas que sufrió en el ataque perpetrado por una patrulla estadounidense contra el vehículo que la llevaba al aeropuerto de Bagdad para repatriarla.
En nombre del Gobierno tomó la palabra el subsecretario de la Presidencia, Gianni Letta, responsable de los servicios secretos, quien dijo que ese era el momento de rendir homenaje, "todos juntos y sin polémicas, al heroico gesto de Nicola Calipari".
"Era -dijo Letta- un policía de raza, responsable y prudente, que transmitía confianza y huía de protagonismos, pero hacía su trabajo a conciencia, y que ha sido capaz de devolver a los italianos la patria y hacernos entender lo que es el sentimiento nacional".
También intervino el director de los servicios secretos militares (SISMI), Nicolo Pollari, que recordó su última conversación con el agente, tras la liberación de Sgrena: "Iban en el coche y, juntos, me dijeron: '¡victoria!', te llamamos cuando estemos a salvo, pero nunca más lo hicieron".
La homilía religiosa la pronunció un hermano sacerdote del fallecido, que puso el énfasis en la necesidad del sacrificio personal hasta el último extremo para construir una sociedad mejor.
El féretro con los restos mortales del agente secreto, cubierto con la bandera italiana, fue despedido con una salva de aplausos, que repitieron los centenares de personas congregadas en el exterior del templo para honrar a quien consideran un héroe.
Miles de ciudadanos anónimos habían rendido previamente su tributo a Nicola Calipari en la capilla ardiente instalada hasta poco antes del funeral en el Altar de la Patria, en el complejo del Vittoriano de Roma.
Sobre estos homenajes siguieron planeando las dudas y acusaciones en torno al sangriento epílogo de la liberación de Giuliana Sgrena, que en los próximos días se trasladarán al Parlamento con las comparecencias anunciadas de Berlusconi y su ministro de Exteriores.
Según señalaron hoy algunos de sus colaboradores, el jefe del Gobierno italiano espera poder acudir el miércoles al Senado con algunas informaciones, aunque sean de carácter previo, de la investigación abierta sobre los hechos por parte de EU.
El presidente norteamericano, George W. Bush, se ha comprometido a aclarar lo acontecido y a disipar las dudas surgidas por las acusaciones de Giuliana Sgrena de que se podría haber tratado de un acto premeditado en el que ella era el objetivo.
La dinámica de lo sucedido sigue rodeada de múltiples incógnitas, a las que el relato de la periodista en su periódico, "Il Manifesto", en entrevistas con medios locales y en declaraciones a los fiscales de Roma que investigan los hechos ha contribuido a añadir tensión.
Sgrena ha contado que sus secuestradores le alertaron del interés de EU de que no saliera viva de Irak y ha calificado de "injustificado" el ataque estadounidense porque su vehículo iba despacio y sin dar pié a ninguna alarma.
Otro asunto es el eventual pago de un rescate por la liberación, sobre el que eluden hablar las autoridades, pese a que cada vez cobra más peso la presunción de que se efectuó y que su importe fue de un millón de dólares.
Rechaza EU acusaciones
La Casa Blanca consideró hoy "absurda" la acusación de que los soldados estadounidenses en Irak querían matar a la periodista italiana Giuliana Sgrena, una denuncia formulada por la propia reportera.
"Es absurdo hacer una sugerencia de ese tipo, que nuestros hombres y mujeres en uniforme apunten deliberadamente contra civiles inocentes", afirmó el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan.
"Es simplemente absurdo", recalcó el portavoz, quien recordó que Sgrena y los agentes secretos italianos con los que viajaba el pasado viernes circulaban por "una de las carreteras más peligrosas de Irak".
Un agente de los servicios secretos italianos murió el viernes al acercarse el vehículo a un puesto de control estadounidense. La periodista, que acababa de ser liberada tras un mes de secuestro, y otro agente resultaron heridos.
Sgrena, del diario comunista "Il Manifesto", afirmó el pasado fin de semana que ella era el objetivo de los disparos, con el argumento de que EEUU no quiere que haya pagos de rescates para liberar a los rehenes extranjeros en Irak.
"Es conocido por todos que los americanos no quieren negociaciones para la liberación de rehenes, por lo que no veo por qué debo excluir haber sido yo su objetivo", señaló Sgrena este domingo a una cadena de televisión desde el hospital romano en el que está internada.
El Pentágono señaló que el automóvil en que viajaban los italianos circulaba a gran velocidad y que los soldados del puesto de control le hicieron gestos y señales para que se detuviera.