México, (Notimex).- Miles de personas de todas las edades irrumpieron la víspera al Museo Nacional de Antropología para despedir la exposición "Faraón: el culto al Sol en el antiguo Egipto", que después de tres meses y 12 días de ser exhibida en este país, retornará a Alemania, país de su procedencia.
Ni el sol, ni las filas de casi un kilómetro, que equivalían a esperar hasta 10 horas para ingresar a la sala; o el hambre que ocasiona el tiempo de espera, impidieron que estudiantes, niños, jóvenes, adultos y ancianos permanecieran en espera de ingresar al recinto museístico que hospedó las 152 piezas de arte egipcio.
Sobre la avenida Paseo de la Reforma, justo en la esquina con la calle Gandhi, ahí donde se encuentra el Museo Rufino Tamayo, cientos de personas aguardaron desde muy temprano para tener la oportunidad de ingresar al inmueble.
Los organizadores esperaban rebasar la cifra de 600 mil personas que habían visitado la muestra; cometido que sin lugar a dudas se habrá cumplido cuando la sala sea abandonada por los últimos visitantes.
Un raspado, una naranjada o una botella de agua ayudó a los pacientes visitantes a mitigar la sed que ocho horas de sol provocó en sus cuerpos, sin embargo, para muchos la espera es necesaria y "vale la pena", pues como señaló la señora Margarita, "nunca vamos a poder ver otra vez esta exposición y no me la quiero perder".
Ella llegó desde muy temprano con cuatro de sus hijos a ver la exposición, tuvo la ocurrencia de llevar consigo dos sillas plegables en las que se turnó con sus vástagos para descansar un rato mientras ingresaban a la sala.
"Nos enteramos por la televisión y algunos nos habían platicado", dijo mientras disfrutaba de un vaso de fruta que compró a los vendedores de la zona, quienes gozaron de la tumultuosa llegada de visitantes durante poco más de tres meses.
De acuerdo con fuentes del Museo, el promedio diario de visitantes rebasó los cinco mil 500 asistentes, el último fin de semana las visitas fueron multitudinarias y el museo debió cerrar sus puertas después de la media noche, hasta que la fila de personas con boleto se agotaba.
"Algunos no se quedan conformes", comentó un joven encargado de informar a los visitantes y que se distingue con una playera amarilla estampada con una de las piezas de la exposición.
Algunos no se han conformado con ver la exposición una sola vez y personas como Miguel, un joven de 16 años, regresó con su novia a ver la muestra. "Yo ya había visto la exposición pero mi novia no y la verdad no podía perdérsela", comentó.
Para él, la espera valió la pena y no le importó esperar, sin embargo, muchos que no tienen referencia sobre lo que verán dentro de la sala, no escatimaron en maldecir la organización y el escaso espacio donde fue ubicada la muestra.