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Después del tratamiento contra el cáncer...

WASHINGTON, (Reuters) .- Cerca de un tercio de los niños que sobreviven a tumores cerebrales necesitan educación especial posterior y muchos sufren problemas crónicos, como dolores de cabeza y náuseas, dijeron investigadores estadounidenses.

Los niños que recibieron radiación para buscar una cura al cáncer enfrentan más efectos negativos que aquellos que únicamente se sometieron a una cirugía, pero la quimioterapia no parece empeorar su situación, según un estudio médico.

El informe, publicado en el Diario de Oncología Clínica, indica que pese a que el cáncer infantil suele ser curable, sus efectos perduran por décadas o incluso de por vida.

"Hemos estado muy concentrados en curar el cáncer cerebral, lo que ahora conseguimos en alrededor del 68 por ciento de los casos", indicó el estudio dirigido por el neurólogo infantil Paul Fisher de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, California, y Lucile Packard, del Hospital de Niños.

"Ahora nos preguntamos, ¿cómo están los niños?. Los estamos curando, pero ¿a qué costo?", agregó el informe.

Los médicos preguntaron a los niños y sus padres si tenían problemas para desarrollar actividades cotidianas, como correr o tomar un baño, si se preocupaban sobre el futuro o si les practicaban bromas o tenían problemas en la escuela.

La edad promedio de los pacientes que participaron en la investigación es de 11 años y a la mayor parte de ellos se les diagnosticó cáncer cerebral hace tres años.

SÍNTOMAS POSTERIORES AL TRATAMIENTO

"Quienes padecieron tumores cerebrales tienden a sufrir muchos síntomas propios del cáncer aún después de recibir tratamiento", dijo Fisher.

"Frecuentemente (los antiguos pacientes) padecen dolores de cabeza y náuseas. Pese a que puedan tener una perspectiva de vida normal, sus síntomas no mejoran. Pero la mayor parte de la gente piensa, 'están bien ahora. Todo debería volver a la normalidad'", agregó.

Sin embargo, los niños saben que algo anda mal.

"A medida que pasa el tiempo desde que recibieron el diagnóstico, los niños se muestran más reticentes a hablar de ello", sostuvo Fisher. "Los niños saben que no son los mismos que eran antes, y es muy desilusionante para ellos".

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