EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Para recordar la buena voluntad y las múltiples obras que realizó a lo largo de su vida a beneficio de los más necesitados, mañana se develará un monumento en honor del padre Manuelito.
A seis años de su partida, los fieles lo recordarán en la parroquia de San Rafael Arcángel, en cuyas afueras se bendecirá el monumento en punto de las 4:00 de la tarde.
Hombre bondadoso y lleno de amor fue el padre José Manuel García Guajardo, mejor conocido por todos como “padre Manuelito”. La sencillez, alegría, paz y espiritualidad enmarcaron su vida, una vida llena de mucho esfuerzo y trabajo, pero no para su bien personal, sino en busca de ayudar a todo aquél que necesitara un cobijo, una esperanza y mucha fe.
Fueron tantas sus obras, pero quizás la más destacada fue el albergue que con su tesón y ahínco logró construir para los hijos de los internos del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Torreón, un edificio en el que podrían habitar niños y niñas que por aquél entonces vivían hacinados en las celdas de sus padres, lo que suponía un grave maltrato sicológico para esos pequeños que los afectaría de por vida y los conduciría irremediablemente a repetir la historia familiar.
Cuando finalmente su tesón y la generosidad de una persona altruista se conjugaron para hacer realidad su sueño -recuerda la señora Dolores de Córdova, integrante del patronato del albergue-, el inmueble permaneció un tiempo sin poder ser habitado por los niños, ya que al fallecer el padre la obra carecía del mobiliario.
Fue entonces que se creó el patronato del Albergue del Padre Manuelito, que logró concluir la obra póstuma y que en la actualidad forma a niños en un ambiente sano, lo que les ayuda a desarrollarse como seres humanos para que en un futuro se conviertan en hombres de bien, tal y como lo fue el padre Manuelito.
Pero ésta es sólo una de sus obras... hay muchas más por las que será recordado en el aniversario de su encuentro con el Señor.
“APÓSTOL DE LOS POBRES”
Manuel Guajardo García, mejor conocido como padre Manuelito, llegó desde Ramos Arizpe a Torreón en el año de 1950.
-Su amor por los presos se manifestaba en sus visitas, llevándoles amor, atención a sus problemas, pláticas, despensas, dinero en rifas en efectivo, beneficios que se extendían a los familiares de los presos también.
-En su parroquia de San Rafael Arcángel, cerca de la estación de ferrocarril, daba asilo, cobija y hasta alimento a los indígenas, a “las Marías”, a las vendedoras callejeras, cuando eran maltratadas o perseguidas, y prueba de ello, es que les mandó construir una galera o salón atrás del Altar, que les servía de dormitorio y de taller, pues muchos indígenas hacían allí sus tejidos de palma, canastos y chiquigüites para seguir viviendo.
-Los alcohólicos y drogadictos ahí encontraban un refugio para su espíritu, pues el padre Manuelito los recibía para escucharlos y orientarlos. A los “cholos” que pintaban la Guadalupana en las paredes, les decía que eran verdaderas obras de arte.
-Los comerciantes del Mercado Alianza siempre acudían al llamado del padre Manuelito, con sus donativos, frutas, legumbres, carnes y demás, que el párroco solicitaba para los más pobres.
-Fue un dos de febrero, Día de la Candelaria, cuando el padre Manuelito cerró sus ojos en punto de las 8:15 de la noche.
-El panteón Jardines del Tiempo es su última morada; de los cuatro puntos cardinales llegaban a pie, en triciclo, silla de ruedas, autobuses, carros y camionetas, trocas de redilas, gente sana y enferma a despedir al “Apóstol de los Pobres”.
-El pueblo lo despidió al son del mariachi Los Huastecos, que le cantaron Dios Nunca Muere, Canción Mixteca, El Señor de las Canas y Las Golondrinas.
FUENTE: Alfredo Jayme Miranda