El día de San Valentín es quizá la fiesta en que nadie compra absolutamente nada para sí mismo. Es el culto al regalo; es la necesidad de regalarse, que se se expresa entregando en lo que se pone el alma. Y dedicar cada año el 14 de febrero para recordarnos el mayor de los inventos del hombre, el amor y la amistad, la verdadera amistad, es una auténtica genialidad.