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Diálogo/ Adiós don Leonardo

Yamil Darwich

?La Güera?, como era bien conocido al interior del partido y del sindicato, fue mucho más que el secretario general de la masa de votantes de mayor poder en México; representó al personaje tradicional de la política mexicana que dominó por más de setenta años del siglo anterior.

Dicharachero, muchas veces malhablado, dejaba entrever su poca educación formal permitiendo que le entrevistaran confiando en ese especial ?ángel? que tienen algunas personas, que les permite no sólo llamar la atención, sino hacer que les crean y les sigan en aventuras imaginadas por ellos. De la misma manera podía rechazar a los periodistas y hasta agredirlos, para luego negar las declaraciones hechas, dándoles una nueva interpretación y hasta acusando a la contraparte de mentir y poner palabras en su boca.

La nota periodística, especialmente ?la callejera?, era factible ser transformada en explosiva con tal personaje. Bien podía decir: ?me dieron una hermana de usted, compañero. A mí nadie me da línea? en relación a si recibía órdenes de la dirigencia del PRI; entre las risotadas de los asistentes, como el mejor ?floreador del barrio? o declararse todopoderoso, como cuando amenazaba diciendo ?soy el único que puede parar al país? en un desplante de prepotencia, haciendo recordar frases históricas como aquella de: ?el Estado soy yo? adjudicada a Luis XIV.

Leonardo Rodríguez Alcaine fue el producto clásico de una carrera sindical exitosa del siglo anterior y a sus 86 años encabezaba con mano firme y voluntad férrea al grupo gremial más poderoso de México: la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), puesto que había heredado de otro gran personaje, el tradicional representante del sindicalismo mexicano, don Fidel Velázquez, quien además fue su mentor. Habrá que agregar que hace un año decidió ceder la presidencia de esa cúpula obrera, no el poder, al dirigente ferroviario y diputado federal, Víctor Flores.

Nacido en Texcoco en 1919, tuvo la gran oportunidad de estar en el momento histórico en el lugar correcto; brillante administrador ?de los tiempos y las circunstancias?.

Con tan sólo diecinueve años de edad ya estaba involucrado en el incipiente movimiento sindical mexicano, empleado en la Comisión Federal de Electricidad, donde fue asignado a la oficina de cartografía.

No estudió, pero aprendió con vivencias la política sindical, experiencias necesarias para llegar a la cúspide, siendo secretario de Organización del Comité Nacional de la Confederación de Trabajadores Mexicanos y a la muerte de su maestro Fidel, nombrado secretario general, el máximo puesto, en el que previamente había sido sustituto en pleno entrenamiento, de 1992 a 1998.

La diferencia con su maestro fue que solamente alcanzó a reelegirse una vez, en 2004, al concluir los primeros seis años de su gestión.

La muerte de Rodríguez Alcaine tiene otros importantes significados; representa una evidencia más del fin de los tiempos modernos y la posibilidad del nacimiento de la posmodernidad sindical de México, expectativa que quisiéramos prever, pero que los politólogos consideran muy difícil, especialmente ahora, con la elección de Joaquín Gamboa Pascoe como nuevo secretario general, un hombre de 78 años de edad.

Fue uno de los últimos ?dinosaurios?, que con el colmillo retorcido llevaba las riendas sindicales haciendo de la política un arte, aunque no siempre orientada al destino más conveniente para la nación; representa al líder caudillo mexicano, capaz de imponer su voluntad sobre las de los demás y con ello establecer una dictadura que le daba la oportunidad de imponer orden y tranquilidad al interior de la institución; ejemplo de la antidemocracia, que enunciando a ?grito pelado? su obediencia al deseo de las mayorías, hacía cumplir únicamente aquel que atendía a sus intereses; el caudillo de multitudes que renunciaban a pensar, ante las indicaciones de sus líderes, quienes les dictaban nombres a cruzar con crayola en las boletas electorales.

Debo hacerle notar que aún quedan algunos personajes de esa estirpe, que siguen ?liderando a la antigüita?, aunque estén cada día más dedicados a conservar el poder que a ejercerlo plenamente.

Ya en otros Diálogos hemos tratado el tema del cambio en el mundo del siglo XXI; con la muerte de este personaje de importancia nacional, tenemos una pieza más del ajedrez que anuncia ese fin y principio de los nuevos tiempos. ¿Sabremos interpretarlos y aprovechar las oportunidades o las dejaremos pasar de largo como otras tantas? Le confieso que tengo malas expectativas sobre el caso.

Por si nos parecieran poco complicadas las elecciones de pre-candidatos del Partido Revolucionario Institucional para competir por la Presidencia de la República, la muerte de Leonardo Emilio Rodríguez Alcaine, aporta su parte al problema. Recuerde que sólo unas cuantas horas antes de morir había pedido a Arturo Montiel Rojas que ?declinara? sus propósitos políticos en favor de Roberto Madrazo Pintado, al que con el hecho declarara ?su gallo?, como en los mejores tiempos de la ?dictadura revolucionaria?, cuando los líderes sindicales encabezados por su casi eterno secretario, don Fidel Velázquez, marcaban la línea y destapaban candidatos de forma, aunque de fondo todos los mexicanos sabíamos que serían los elegidos para ser presidentes de México. Gamboa Pascoe también lo entiende así, tanto que en sus primeras declaraciones ratificó el apoyo a Madrazo, una orden clara para los agremiados. ¿Obedecerán?

Los políticos del Partido Revolucionario Institucional ya empezaron a manifestarse con las declaraciones verbales que son frases con códigos ocultos que habremos de descifrar: ?agradezco el apoyo, pero lo importante ahora es honrar a don Leonardo?, dijo Roberto Madrazo; ?la muerte de Rodríguez Alcaine representa una gran pérdida para el sindicalismo del país?, declaró Manlio Fabio Beltrones, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; ?dejó un mensaje de reflexión para crear un frente amplio de trabajadores en México y de unidad para el PRI?, anunció Roberto Vega Galina, líder sindical del Seguro Social; otros, como Carlos Romero Deschamps -el que se libró de la cárcel por el fraude a Pemex, gracias al fuero y mil argucias- mantuvieron la boca cerrada, por mantener fallidas esperanzas de sucesión; lo mismo sucedió con José Ramírez Gamero, ex gobernador de Durango, miembro de la élite de la CTM y hombre que estuvo emparentado con el ahora finado Fidel Velázquez.

Lo cierto es que el sindicalismo mexicano, cada vez más debilitado, enfrenta un nuevo reto, aprovechar las posibilidades del cambio, luego de sufrir la pérdidas de uno de sus grandes hombres, para renovarse y convertirse en lo que debe ser en los tiempos de la ?Era del Conocimiento?: el pilar formidable para el despegue económico y social de la nación, la base laboral y productiva con calidad que nos permita escapar de la pobreza, al menos de la denominada extrema, que como dijo un líder sindical lagunero: ?Gamboa Pascoe se sacó el tigre? refiriéndose al grave compromiso adquirido. ¿Usted qué piensa?

ydarwich@ual.mx

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