Con algunas sorpresas de última hora se definieron los tres principales candidatos para la elección presidencial de 2006.
Lamentamos no poder hablar de una tercia de ases, vaya, ni siquiera de un par de reyes. Los aspirantes por el PAN, PRI y PRD son personajes públicos bastante tradicionales con los defectos y vicios de la política mexicana.
Pero hay matices y diferencias sustanciales que intentaremos describir a continuación.
Roberto Madrazo Pintado del PRI y con 53 años, es sin lugar a dudas el más controversial e impopular de todos. Por decirlo más directo es el peor candidato presidencial, incluso altamente cuestionado al interior de su partido.
Pero al mismo tiempo es viable y peligroso porque cuenta con el apoyo del más rancio y adinerado sector de su partido que es capaz de todo con tal de regresar a Los Pinos.
Madrazo fue en su juventud parte del ala reformadora del PRI que encabezó su padre Carlos Madrazo, pero para escalar los resbalosos peldaños de la política mexicana, se alió con los priistas más mañosos como los Hank y los Salinas de Gortari.
Es abogado de profesión con una carrera política destacada: dos veces diputado federal, senador y gobernador por Tabasco de 1994 a 2000.
Carece de experiencia en cargos nacionales y debido a su pasado político es previsible que de ganar la Presidencia su Gobierno será autoritario y mal administrado, al estilo de los regímenes de Carlos Salinas y Miguel de la Madrid.
Habida cuenta de la estructura y poder económico del priismo, Madrazo recuperará terreno en los próximos meses aún cuando su triunfo será difícil de alcanzar.
Con Madrazo veremos la resurrección de los dinosaurios y se repetirán con frecuencia los juegos sucios similares a lo ocurrido con la renuncia de Arturo Montiel.
Andrés Manuel López Obrador, también tabasqueño y con 53 años, va en caballo de hacienda rumbo a Los Pinos, aunque muchos intereses intentan frenar su llegada.
Su principal y único mérito político es su paso por la gubernatura de la Ciudad de México en donde ha realizado algunas acciones sobresalientes, pero empañadas por el escándalo, la corrupción y la controversia política.
López Obrador se ha convertido en una especie de Robin Hood al apoyar a pobres, ancianos y desvalidos, al tiempo que su imagen creció a nivel nacional cuando fue acusado de desacato de autoridad y casi llevado al desafuero.
Los sectores conservadores temen con razón su llegada a Los Pinos, pero gracias a su vagancia política es probable que negocie acuerdos y reciba a la hora de la hora el respaldo del gran capital y del Gobierno de Estados Unidos.
La gran duda es si el Gobierno de López Obrador será de un socialismo moderado al estilo de Felipe González o de un populismo nacionalista como Hugo Chávez.
El tercer candidato es el panista michoacano Felipe Calderón de 43 años, abogado y con dos maestrías en áreas administrativas.
Calderón llega tarde a la contienda luego de obtener un triunfo muy meritorio en la elección interna del PAN al apabullar a Santiago Creel, quien llevaba la bendición presidencial.
Sus posibilidades serán tan amplias como la calidad de sus propuestas y la efectividad de su estrategia de mercadotecnia, aunque no le será fácil superar el estigma de panista tradicional y de ser el candidato del partido en el poder.
En caso de ganar, el Gobierno de Calderón será de continuidad y de reformas, plagado de altibajos y desacuerdos ante una transición que tardará en consolidarse.
Conclusiones: el rijoso López Obrador se mantiene como gran favorito asediado por el truculento Madrazo y seguido del bebé Calderón con toda su juventud e inexperiencia.
Hagan, pues, sus apuestas.
Comentarios a
jhealy@diariolatino.com