La salida de Pereira y Soares ha librado al PT, fundado por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de dos de las figuras más comprometidas en las recientes denuncias de sobornos.
Brasilia, (EFE).- Delubio Soares, tesorero del Partido de los Trabajadores (PT) y principal implicado en las graves denuncias de corrupción que sacuden a Brasil, se separó hoy de su cargo, un día después de que lo hiciera el secretario general, Silvio Pereira.
La salida de Pereira y Soares ha librado al PT, fundado en 1980 por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de dos de las figuras más comprometidas en las recientes denuncias de sobornos a parlamentarios y corruptelas en empresas públicas.
Pero no ha bastado para devolver al PT la imagen de incorruptible que mantenía hasta hace poco más de un mes y la oposición no parece dispuesta a dar descanso.
El senador Antonio Carlos Magalhaes, del derechista Partido del Frente Liberal (PFL), declaró hoy que el PT "ha perdido un gángster, un ladrón", en alusión a Soares, pero dijo que el país no puede olvidar "que Lula sabía de todo y nada hizo".
Aludió así a los sobornos a parlamentarios denunciados por el diputado laborista Roberto Jefferson, quien sostiene que en enero pasado le comunicó al jefe de Estado que el PT distribuía dinero en el Congreso a cambio de apoyos.
El propio Jefferson dijo que cuando Lula se enteró los sobornos "pararon", pero, según afirmó Magalhaes, el presidente nada hizo para castigar a los culpables.
En una reunión que la dirección del PT celebró hoy en su sede de Sao Paulo ningún dirigente se pronunció sobre la salida de Soares y Pereira, ni sobre los próximos pasos del partido, cuyo presidente, José Genoino, está también en el centro de todas las denuncias.
La dimisión de Soares fue notificada mediante una breve nota de prensa. Por ese mismo medio, el PT comunicó que ha convocado a otra reunión de la dirección nacional, para el próximo sábado.
En el Congreso, al tiempo que proseguían investigaciones sobre todos los casos denunciados, veinte parlamentarios del PT divulgaron un comunicado exigiendo que sean separados de sus cargos todos los dirigentes salpicados por los escándalos.
Después de la salida de Soares y Pereira, el único miembro de la directiva involucrado en las denuncias es José Genoino, quien en las elecciones internas de septiembre próximo aspira a ser reelegido presidente del partido, con el apoyo ya comprometido de Lula.
El comunicado de los parlamentarios exige además la destitución de los miembros del gabinete envueltos directa o indirectamente en las denuncias de sobornos o en otros asuntos de corrupción.
La nota parece aludir así al ministro de la Previsión Social, Romero Jucá, acusado de obtener créditos públicos fraudulentos, y al presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, procesado por presunto fraude fiscal.
Los parlamentarios "petistas" también reclamaron cambios en la política económica y que el PT nombre una nueva dirección nacional que "devuelva al partido al camino del compromiso con la ética" y "lo aleje de las malas compañías".
Entre esas últimas puede situarse el publicista Marco Valerio Fernandes, íntimo amigo del tesorero saliente del PT y que ha sido señalado como una "pieza clave" en todo el entramado de sobornos.
Fernandes deberá declarar mañana, miércoles, ante una comisión del Congreso y lo hará con temores, al punto de que hoy pidió a la justicia un "hábeas corpus preventivo" para impedir una eventual detención tras su comparecencia al Parlamento.
El publicista era un personaje ignoto en toda esta historia hasta que el diputado Jefferson dijo que debía ser investigado.
Lo hicieron la Policía, el Ministerio Público y el Congreso, que por detrás de sus dos agencias de publicidad descubrieron una muy compleja maraña financiera, sospechosos contratos con empresas del Estado y un insólito movimiento de millones en efectivo.
Cada retirada de esas elevadas sumas en efectivo de los bancos fue siempre en vísperas de votaciones importantes en el Congreso y antes de viajes de Fernandes a Brasilia.
Por otro lado, entre 2003 y 2004, cuando Jefferson sostiene que existían los sobornos, el patrimonio de Fernandes se multiplicó nada menos que sesenta veces.
